Rosalie Blum: Una agradable sorpresa

· El tono es amable y ligeramente absurdo, con una pequeña dosis de locura y/o fantasía que conviene a la historia.

Rosalie Blum cuenta la vida apacible y monótona de una serie de personas en un pueblecito cualquiera; podría ser una novela ejemplar, como veremos, de hecho lo es. Erase una vez un peluquero sencillo y gris llamado Vincent Machot, que a sus treinta y pocos años sigue siendo un adolescente: vive con su madre -madre posesiva y absorbente donde las haya-, tiene una novia que se ha aburrido de él -y viceversa-, de hecho la joven se marchó a París hace más de un año y no parece que vaya a regresar. Desde su infancia -heredó la peluquería de su difunto padre-, conoce a todos sus clientes, y sale a beber con su primo, un incorregible ligón. El horizonte previsto es apacible, monótono y gris. Pero un día se fija en una señora que le llama la atención por su aspecto solitario y triste, y por la impresión de que la conoció mucho tiempo antes, y sin pensarlo mucho comienza a seguirla, y… su vida dará un vuelco.

Rosalie Blum es el primer largometraje de Julien Rappeneau, hijo de Jean-Paul Rappeneau (Grandes familias, Cyrano de Bergerac), que tiene a sus espaldas una importante obra como guionista. Él mismo ha escrito el guion de esta película, adaptando una novela gráfica de Camille Jourdy. Debo reconocer que la cinta supera al original por más sutil, más delicada. Como dije antes, desde el principio Rosalie Blum era una novela ejemplar que habla del sentido de la vida, de la necesidad de ilusión y de amor. Vincent es un hombre superado por la monotonía y el aburrimiento, incapaz de apreciar lo que tiene e incapaz de tomar las riendas de su propia vida. Rosalie también es incapaz de superar su pena y lleva años en soledad sin decidirse a terminar una carta que podría cambiar su vida. Tercer elemento de esta historia es Aude, una joven que no sabe qué hacer con su vida y, por consiguiente, no hace nada, perdida en un mundo que no le gusta.

La película tiene forma de tríptico, cada uno con su título: Vincent, Aude, Rosalie. Tiene un brevísimo e interesante epílogo que alguno podría perder si sale del cine demasiado rápidamente. El tono es amable y ligeramente absurdo, con una pequeña dosis de locura y/o fantasía que conviene a la historia, permite crear una serie de escenas deliciosamente delirantes que llevan la trama hacia adelante a golpe de sonrisas y a unos personajes que, pese a su grisura, conquistan poco a poco el corazón del espectador.

Noémie Lvovsky (Rosalie) y Kyan Khojandi (Vincent) son una pareja extraordinaria en los papeles principales, pero a mitad de cinta Alice Isaaz (Aude) les arrebata el protagonismo.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Pierre Cottereau
  • Montaje: Stan Collet
  • Música: Martin Rappeneau
  • Duración: 95 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Distribuidora: Surtsey
  • Francia, 2015
  • Estreno: 12.4.2017
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.