Tres anuncios en las afueras: Declive efectista

· Tres anuncios en las afueras tiene algunas escenas muy logradas des­de la acertada planificación, el uso de localizaciones, los diálogos corrosivos y las creíbles interpretaciones.

En el pase de prensa y público de esta película en el Fes­tival de San Sebastián hubo un momento destacable. Lle­vábamos 20 minutos de metraje y la historia es­taba per­fectamente incoada. Frances McDormand, con su ha­bitual cara de enfado con el mundo, inicia una cam­pa­ña mediática contra la policía estatal para que in­ves­tigue con mayor intensidad y eficacia el asesinato de su hija. Para ello les exige que dejen a un lado su en­fermiza obsesión por perseguir negros y ganar dinero con la corrupción. Cuando ya ha insultado y golpeado a varios personajes, esta virulenta madre se encuentra por sorpresa con un sacerdote católico que ha venido a su ca­sa a hablar con un familiar. El monólogo de McDormand ridiculiza por completo al enmudecido cura con una sarta de clichés predecible y maniquea, algo que fue re­cibido por todo el público con una sonora carcajada y un aplauso cerrado.

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Creo que esta escena resume el principal error que co­mete McDonagh en esta película. Mientras que en Escondidos en Brujas y Siete psicópatas logró crear un uni­ver­so propio que sorprendía -a pesar de tener costuras de Tarantino, Guy Ritchie o los hermanos Coen-, en es­ta película da la sensación de querer subir un pel­da­ño más y acabar un par de escalones más abajo. Su des­ma­dre se exagera tanto que, aunque al final se in­ten­te fi­nalizar la historia como si fuese una moderna com­bi­nación de cine negro, western y música country, la pe­lícula es demasiado trivial.

McDonagh repite con la mayoría de los actores de su an­terior película, la ocurrente Siete psicópatas, porque se ve que confía en ellos de una manera especial. Es ver­dad que muy pocos pueden meterse en la piel de esas ca­ricaturas humanas sin perder la dignidad, y en este sen­tido Sam Rockwell y Woody Harrelson son unos maes­tros. Frances McDormand está sublime una vez más con un personaje extravagante y radical marcado por el pragmatismo y la incontinencia verbal.

Tres anuncios en las afueras
Woody Harrelson en Tres anuncios en las afueras (2017), de Martin McDonagh

La elección de Carter Burwell, el compositor habitual de los Coen, parecía una decisión acertada, pero la mú­sica no llega a marcar tanto el estilo de la película co­mo en Siete psicópatas. Al contrario sucede en la dirección de fotografía, Ben Davis (Stardust, El exótico Ho­tel Marigold, Doctor Strange) realiza un trabajo muy per­sonal con el uso de colores cálidos y terrosos que fa­vorecen la tensión solitaria de carreteras eternas a nin­guna parte y esos pueblos norteamericanos abandona­dos con habitantes armados hasta los dientes.

Tres anuncios en las afueras tiene algunas escenas muy logradas des­de la acertada planificación, el uso de localizaciones, los diálogos corrosivos y las creíbles interpretaciones. Es una película muy pensada para gustar y no resulta extraño que haya encandilado en los Festivales de Venecia (me­jor guion), Toronto (mejor película) y San Sebastián (Pre­mio del Público). No hay duda de que en los Oscar se­rá una de las principales candidatas, pero creo que McDonagh ha podido iniciar un camino equivocado. Sin du­da, la taquilla le tratará mejor con esta nueva orienta­ción, pero me temo que el paso del tiempo hará que su ci­ne pierda prestigio y autoridad.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Ben Davis
  • Montaje: Jon Gregory
  • Música: Carter Burwell
  • Duración: 112 min.
  • Público adecuado: +18 años (V+D)
  • Distribuidora: Fox
  • EE.UU. (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri), 2017
  • Estreno: 12.1.2018
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