Volver: Idas y venidas

Crítica de Volver: Sole y Raimunda son hermanas y viven en un barrio madrileño. Hace unos años sus padres murieron en un incendio. Raimunda está casada y tiene una hija adolescente. Un terrible acontecimiento y una sorprendente aparición provocan un vuel­co en la vida de la peluquera Sole y la ca­marera Raimunda.

Con esta rocambolesca comedia dramática con ribetes sobrenaturales y tintes negros, Almodóvar se resarce con creces del patinazo narrativo y estético que supuso La mala educación. Volver confirma la buena mano del realizador para las películas chispeantes de abrumador protagonismo femenino.

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Hay un recurrente planteamiento temático en la filmografía de Almodóvar: la soledad de las mujeres, tantas veces objeto de la infidelidad del hombre, al que ataca de modo irracionalmente homofóbico. De nuevo emerge la figura de la madre como punto de apoyo esencial de sus siempre desestructurados núcleos familiares.

Almodóvar no ha variado su estética ni se aventura fuera de los límites de un mundo bastante estrecho y reducido (parece incapaz de evitar algunas constantes como la prostitución, las drogas, los abusos sexuales). En es­ta ocasión se nota que ha evitado la intensísima artificialidad extravagante de muchas de sus historias. Si bien el argumento de Vol­ver es ciertamente alambicado y fronterizo, es evidente que Almodóvar lo sabe y, consciente de su estancamiento, ha elegido un tratamiento distinto que apela al lado menos fre­cuentado por él de una dicotomía antigua como el cine: campo-ciudad, pueblo-capital.

El diseño de producción es menos recargado que en películas anteriores, con un predominio de los colores primarios usados con gran primor en secuencias muy bien planificadas e iluminadas, con una especie de preciosismo doméstico, presente hasta en la mos­tración de un cadáver. Se repite el recurso a planos cenitales que persiguen el pleonasmo (planos-detalle del cuchillo ensangrentado, un plato de caldo que sirve Agus­tina a Sole durante el velatorio, el escote de Raimunda), un defecto habitual en el director español, que no renuncia a una autocomplacencia que resulta cargante y perjudica sus pe­lículas. La fotografía, el montaje y la música tienen gran calidad.

Almodóvar demuestra su gran capacidad en la dirección de actrices, muy brillantes todas, alrededor de una estupenda Penélope Cruz, cuya caracterización apela a la Sofía Loren más popular, a la Anna Magnani de Rossellini. Los diálogos logran con frecuencia una muy divertida espontaneidad, que en ocasiones es arrolladora.

En la parcela musical el director de Todo so­bre mi madre tiene ideas fijas en cuanto al uso de las canciones. Con una función metatextual, son parte del diálogo, dan vida a los protagonistas y refuerzan el tono emotivo. En esta ocasión, el tema Volver, perteneciente a la zarzuela La rosa del azafrán, cobra una gran fuerza expresiva. Presentada en los títulos de crédito, a mitad de película adquiere su punto más álgido cuando -cantada por la gran Estrella Morente– es interpretada por Penélope Cruz.

En definitiva, un Almodóvar menos estridente, más tiernamente cercano a la gente corriente, nostálgico de la vida tradicional, crítico con la telebasura, respetuoso con la religiosidad popular, admirador del eterno femenino sacrificado y solidario, buen narrador.

⇒ Crítica de Hable con ella, de Pedro Almodóvar

Ficha Técnica

  • País: España, 2006
  • Fotografía: José Luis Alcaine
  • Montaje: José Salcedo
  • Música: Alberto Iglesias
  • Distribuidora: Warner
  • Fecha de Estreno: 10.03.2006
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Reseña
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Profesora universitaria de Cine Español y Estética Musical. Coordinadora Académica Área de Comunicación Universidad Atlántico Medio (Las Palmas de Gran Canaria)