El señor de la guerra: Una película interesante

Andrew Niccol es un tipo interesante que ha demostrado con su filmografía que es posible entretener mientras se hacer pensar. Sus apuestas argumentales siempre han sido arriesgadas, pero su dominio del lenguaje cinematográfico ha evitado el peligro de rodar unas películas-tesis incapaces de conmover.

En Gattaca, por ejemplo -un drama futurista-, abordó el tema de la clonación y el peligro de una sociedad despersonalizada con una estética de filme de ciencia ficción, un ritmo de clásica película de acción y una historia de amor como telón de fondo. En el guión de El show de Truman planteó una certera e inspirada crítica de lo que podía llegar a ser el mundo de los reality, jugando de manera inteligente con el espectador. En Simone volvió a situar la acción en un escenario televisivo, en este caso para plantear los conflictos que pueden surgir cuando se le da carta de realidad a lo virtual, a través de la sencilla historia de un presentador en horas bajas.

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El realizador neozelandés vuelve a adentrarse en El señor de la guerra en un tema espinoso: el tráfico de armas. Pero frente a tratamientos documentales (el más cercano en el tiempo, el film de Michael Moore) o posicionamientos de denuncia a ultranza, Niccol centra la historia en el drama personal del traficante Yuri Orlov y su bajada a los infiernos. Orlov es un joven judío que trabaja con sus padres y su hermano en un restaurante. Después de presenciar un tiroteo, decide vender armas. Seguido de cerca por la policía y convertido en un hombre rico, casado con una bellísima mujer y padre de un hijo, Orlov se ve obligado a llevar una esquizofrénica doble vida.

Nicolas Cage construye con solvencia un personaje que parece estar hecho a su medida. Orlov es un tipo amoral que maneja como arma principal la mentira. La primera víctima de esa mentira será él mismo: es mentira el argumento que le impulsa a vender armas, es engañosa su evasión a través del alcohol, la droga o el sexo, su matrimonio se asienta en una farsa… y quienes protegen a Orlov son algunas políticas fraudulentas.

A pesar de la dureza del tema y de que le sobran minutos -hay caídas de ritmo y situaciones que se empantanan y repiten-, estamos, una vez más, ante una película interesante, algo irregular, pero de una gran fuerza expresiva, muy bien fotografiada y con una banda sonora de una elocuencia crítica sorprendente.

Ficha Técnica

  • País: EE.UU. (Lord of War, 2006)
  • Amir Mokri
  • Zach Staenberg
  • Antonio Pinto
  • Columbia
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