Almas condenadas

Almas condenadas: Lo peorcito de Craven

Wes Craven (Cleveland, 1939) ha tirado de fondo de armario, muy del fondo. Esta película tiene un intenso sabor a alcanfor: sus propuestas, las fórmulas que usa pudieron resultar innovadoras en los años 80 y 90 del siglo pasado. Recurrir a esos ingredientes en 2010, resulta impropio de un director tan experimentado, que dejó buen sabor de boca con el thriller Vuelo nocturno (2006) y que ha sabido dar a la cuarta entrega de la saga Scream un tono interesante. Pere-Lachaise, su contribución a Paris je t’aime, tenía encanto, con esa visita del matrimonio desavenido Rufus Sewell–Emily Mortimer a la tumba de Oscar Wilde.

Almas condenadas es un descuidado popurrí con estribillos de películas anteriores, y no hay un gran empeño por disimularlo. Estrenada en octubre de 2010 en Estados Unidos, llega con retraso a España, teniendo en cuenta que Scream 4 se estrenó el 15 y el 20 de abril de 2011 en Estados Unidos y España, respectivamente.

Almas condenadas es una película que más que para 3D está para DVD… La planificación descuidada, el irregular manejo del suspense, las artimañas visuales y los bombazos sonoros del Dolby Sourround son vergonzantes.

El guión tiene agujeros, tantos que es casi un agujero. Las situaciones son incomprensibles. La premisa forzada. El desenlace sorprende por su falta de sorpresa. Los personajes flojos, unos adolescentes sosos en un ambiente escolar estereotipado, con «malotes» y «pringaos». Y la emulación-cita a Los pájaros, de Hitchcock, llega a ser bochornosa.

Eugenio Domenech

Lo mejor: Los dibujos de los títulos de crédito finales.

Lo peor: La falta de originalidad.