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Kill Bill (Volumen 1)

Una suerte de western oriental de diseño, con insistentes homenajes a media humanidad fílmica: Sergio Leone, Kurosawa, Yimou, los grandes del cine negro norteamericano, los te­lefilmes de los 70

Kill Bill, de Quentin Tarantino

Kill Bill (Volumen 1): Western oriental de diseño

A principios de los 90 dos películas, Re­ser­voir dogs y Pulp fiction, auparon a la fa­ma a Tarantino. Siete años después de Ja­ckie Brown, y cumplidos los 40, vuelve con Kill Bill, primera entrega de una película de artes marciales, ya rodada en su integridad. A caballo entre los EE.UU. y Japón, Kill Bill cuenta, a la singular manera -fragmentaria, original y extravagante- ya experimentada en los dos títulos antes citados, la historia de una venganza, de un ajuste de cuentas entre mafiosos.

Una ensangrentada y guerrera Uma Thur­man (qué buena actriz, la pongan donde la pongan) hará pedazos al que se le cruce por delante, empuñando una katana con la que ha­rá correr -durante casi dos horas- un río de sangre perteneciente a los que la torturaron y humillaron brutalmente el día de su boda. Ma­­los malísimos, degeneración y bajos fondos, violencia paródica, tarados autómatas y despiadados vuelven a ser los ingredientes de una película extraordinariamente bien rodada, con secuencias muy brillantes y un tono general enloquecido y underground, con música a todo volumen para que la adrenalina no descanse un minuto. La brutalidad de algunos diálogos y situaciones, los surtidores de sangre y el humor negro (“podéis marcharos -dice la buena de Uma a sus oponentes derrotados y malheridos- pero dejad vuestros miembros porque me pertenecen” -plano picado que muestra una pista de baile llena de pies y manos cercenados-) hacen de Kill Bill una suerte de western oriental de diseño, con insistentes homenajes a media humanidad fílmica: Sergio Leone, Kurosawa, Yimou, los grandes del cine negro norteamericano, los te­lefilmes de los 70 (Kung Fu, Frontera Azul, etc.).

Tarantino tiene muy poco que contar y es una lástima, porque tiene mucho talento y su estilo visual es vigoroso e imaginativo. Los actores de Kill Bill se toman muy en serio una historieta que manifiesta una atracción por una violencia que no deja de ser enfermiza e insana, por mucho que se quieran buscar pedantes argumentos estéticos para canonizarla. El gusto de Tarantino por la literatura pulp daña mucho a su fiction.

Ficha Técnica

  • Estreno en España: 05.03.2004

EE.UU., 2003

 

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