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La herencia Valdemar

Con un arranque potente, al que le sobra algún que otro plano, el director irá pincelando un universo gótico y oscuro con resultados dispares e inesperados

La herencia Valdemar (2009)

La herencia Valdemar: Terror estilizado y errático

La producción de una película de terror en territorio español nunca ha sido fácil; salvo honrosas excepciones –El orfanato o El espinazo del diablo– la consecución de un filme de miedo de calidad y con un cierto interés narrativo se ha convertido en una tarea hercúlea que pocos son capaces de acometer. Con todo, el auge del género, que tiene su mejor palestra en el Fes­tival Internacional de Sitges, ha originado que poco a poco vaya surgiendo un mayor volumen de títulos -siempre de resultados dispares- y ha posibilitado un afloramiento de la industria que se aleja de la serie B ofrecida por Fantastic Factory. Uno de los ejemplos de esta maduración lo protagoniza el realizador novel José Luis Ale­mán con La herencia Valdemar.

Inspirada en el universo del escritor norteamericano H. P. Lovecraft, la película se presenta en un díptico que se estrenará en enero y octubre de este año. Ya desde los créditos de inicio la opera prima de Ale­mán deja clara la soberbia dirección artística de la cinta, así como su cuidadísima producción y sus destacables efectos. Desde una trama contemporánea, el relato se remontará al siglo XIX en busca de las trazas que resuelvan el enigma planteado por la desaparición de la protagonista, interpretada por Silvia Abascal.

Con un arranque potente, al que le sobra algún que otro plano, el director irá pincelando un universo gótico y oscuro con resultados dispares e inesperados. Si por un lado La herencia Valdemar posee un potencial indiscutible, la adaptación que hace de los códigos del género afecta negativamente a la construcción de la atmósfera, tiñendo el relato de una hilaridad no deseada.

Personajes fuera de contexto


Personajes como los encarnados por Euse­bio Poncela o Ana Risueño aparecen tan claramente fuera de contexto y tan alejados de los códigos locales que la única explicación plausible es que el pasado de ambos caracteres haya quedado reservado para la segunda entrega del díptico. Este dato es indicio de una de las mayores deficiencias del metraje, relativa a la dosificación de la información: más allá de que la primera entrega se centre en el relato pretérito, la falta de pistas sobre los acontecimientos actuales resta interés al enigma planteado en el principio del film a causa de una absoluta carencia de referentes con respecto al problema actual.

Por otra parte, la elección de determinados actores se ha tornado errónea no por las interpretaciones en sí, sino por la imposibilidad de creer que Paco Maestre sea el inglés Alistair Crowley o que Daniele Liotti sea un perfecto español. A ello se suman las alusiones al hombre siniestro, a la femme fatale y a otro sinfín de homenajes, en estrecha consonancia con la estilística de la Hammer o la del propio Lovecraft, pero que sólo consiguen chirriar y restarle fuerza al conjunto.

A pesar de todas sus deficiencias, de los abusos de las casualidades y de su resultado irregular, Alemán demuestra con La herencia Valdemar un futuro prometedor gracias a su pericia como director, a la impresionante producción y a la excelente dirección de arte.

Ficha Técnica

  • País: España, 2009
  • Fotografía: David Azcano
  • Montaje: Frank Gutiérrez
  • Música: Arnau Bataller
  • Duración: 100 m. Adultos
  • Distribuidora: Universal
  • Estreno: 22.1.2010
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