La invitación

La invitación cuenta la historia de Evie, una joven que echa de menos a su difunta madre y que en un arrebato se hace un test de ADN que le permite descubrir unos familiares cuya existencia ignoraba. Su recién descubierta familia la recibe con los brazos abiertos y la invita a la boda de uno de sus primos en la campiña inglesa. Allí descubre a su apuesto anfitrión, de quien se queda prendada rápidamente, y también descubre que su fascinante familia oculta un horrible secreto.

El segundo largometraje de Jessica M. Thompson es un desperdicio de talento por empeñarse en feminizar de mala manera -se puede hacer bien, pero hay que trabajar más- historias clásicas. No me refiero a que todo el equipo y lo principal del reparto sean mujeres, sino a una historia que tenía un gran potencial y se desperdicia.

Jessica M. Thompson consigue crear una ambientación inquietante que sugiere mucho pero que se queda en nada, especialmente cuando la oscura fotografía no permite ver lo que ocurre, cuando la siniestra revelación solo provoca un «¿eso es todo?», y cuando el desenlace resulta descaradamente forzado.

Lo mejor, sin duda, es la intrigante recepción de Evie por su familia británica, y el rápido y extraño romance que, por una singular química entre Nathalia Emmanuel (El ejército de los ladrones) y Thomas Doherty (Gossip Girl), resulta adecuado y creíble. El resto es entretenido pero lamentablemente tópico.