Moscow Zero

Moscow Zero: Vida subterránea

La directora valenciana María Lidón, más conocida como Luna, es un caso atípico, pues se arriesga a rodar películas de ciencia ficción, y en este caso un thriller, géneros poco cultivados en España. Se le debe reconocer el mérito de atraer a actores de renombre para sus películas, como Vincent Gallo y Maria de Medeiros (Náufragos), o Daryl Hannah y Denise Richards (Yo puta), además de que el portugués Joaquim de Almeida ha participado en sus tres películas. Por último, cuenta a su favor con una potencia visual indiscutible. Y sin embargo, ninguna de sus películas acaba de funcionar.

El padre Owen, un sacerdote, contrata a tres individuos para que le ayuden a buscar a su mejor amigo, el antropólogo ruso Sergei Karpov. Éste realizaba una investigación sobre los habitantes de una gigantesca red de túneles de las afueras de Moscú. Según antiguas leyendas, en el lugar también habitan unos seres demoníacos. Owen y sus ayudantes se internan en el subsuelo, y descubren que sus moradores forman parte de una secta, regida por un siniestro individuo.

Luna recupera a Vincent Gallo y ha logrado fichar a Val Kilmer, que aunque no está en su mejor momento, ha rodado recientemente con Tony Scott y Oliver Stone (Déjà Vu). Además, Luna se luce con sugerentes planos de los subterráneos, rodados en Moscú, pues la trama se basa en la existencia real de individuos que viven bajo tierra en la capital rusa. Como ocurría en las películas anteriores, el mayor punto débil es el guión, tan vacío como mal construido. La mayoría de secuencias resultan cansinas, porque no parecen aportar nada al conjunto. Así que el filme resulta bastante lento y decepcionante.

La estética queda mermada por la baja calidad de la fotografía de interiores y el tempo narrativo se ve desposeído de todo giro narrativo. A pesar del gran presupuesto con el que se ha contado, la falta de un guión sólido hace que Moscow Zero resulte tan fría para el espectador como la ciudad en la que transcurren los acontecimientos.