Puro vicio: Larga tarde de resaca
Puro vicio es la adaptación de la novela Inherent Vice, de Thomas Pynchon, uno de los escritores americanos actuales más laureados… y también más complejo. Un escritor de prosa abigarrada, conocimiento enciclopédico, tramas entrelazadas imposibles de seguir, tono decadente y humor amargo. La unanimidad de la crítica considera Inherent Vice la más sencilla de sus novelas y era la que irremediablemente tenía más papeletas de ser llevada al cine. Y hablando de papeletas, si alguien podía trasladar el texto a la gran pantalla es Paul Thomas Anderson, un cineasta que ha demostrado moverse bien en los pantanosos terrenos del exceso, la psicodelia y la locura (basta acordarse de The Master, con el llorado Philip Seymour Hoffman).
Lo que cuenta Puro vicio en 148 larguísimos minutos es la historia de un detective drogata, de su desenfrenada exnovia y su criminal amante, de un agente del FBI que siempre llega tarde, de surferos, hippies, contrabandistas, mafiosos, mujeres dispuestas a que las humille el primero que quiera hacerlo y hasta dentistas que podían no serlo. Todo explosivamente onírico y surrealista, como un mal viaje psicótico. Envuelto en una magnífica fotografía vintage, mucha música y una frivolidad de fachada que deja ver ostensiblemente las profundas grietas que erosionan desde hace muchas décadas el sueño americano.
Puro vicio es una de esas películas que ahoga sus virtudes en sus defectos y queda irremisiblemente en tablas. Es una cinta de universo visualmente fascinante, de un poderoso arranque con una magnífica y ágil presentación de personajes (interpretados por un solvente y coral reparto). El problema es que, después del chute llega la resaca y aquí la resaca es interminablemente larga y, como toda resaca, deja muy pronto de tener gracia. Llega un momento en que la narración es tan confusa que se hace arbitraria, que los excesos -ya descritos al principio- se hacen repetitivos e innecesariamente explícitos, que los personajes entran en bucle y que lo que anunciaba ser una película con carácter acaba siendo una película de tantas.
Pienso -y pude contrastar mi opinión con gente sabia que pensaban lo mismo- que parte del problema es que Paul Thomas Anderson se ha ceñido demasiado al texto y, en vez de contar él la historia que ha escrito Pynchon, ha dejado que Pynchon le escribiera la película y él simplemente la ha coloreado, como esos dibujos que rellenábamos de pequeños. Y aquí hay demasiado párrafo que colorear. La densa narrativa, los largos parlamentos en off, las reflexiones interiores funcionan bien durante unos minutos pero terminan convirtiendo la película en un farragoso camino del que se quiere salir cuanto antes. Pocas veces he terminado una película con tal sensación de hastío. Que ese hastío es parte de la “gracia” de una película que quiere trasmitir precisamente esa sensación, no lo dudo. Que otra parte es falta de talento en quien dirige, adapta y monta, tampoco.
Ficha Técnica
- Dirección: Paul Thomas Anderson,
- Guion: Paul Thomas Anderson,
- Intérpretes: Josh Brolin, Joaquin Phoenix, Reese Witherspoon, Owen Wilson, Benicio Del Toro, Martin Short, Katherine Waterston, Hong Chau, Joanna Newsom,
- Fotografía: Robert Elswit
- Montaje: Leslie Jones
- Música: Jonny Greenwood
- País: EE.UU.
- Año: 2014
- Duración: 148 m.
- Público adecuado: +18 años (VX+)
- Distribuidora: Warner
- Estreno: 13.3.2015
Inherent Vice