Tabú

Tabú: El paraíso de Gomes

Tabú: Miguel Gomes comenzó su trayectoria profesional como crítico y después de una etapa brillante como cortometrajista estrenó su primer largo en el año 2004, A cara que mereces.

El segundo largometraje del portugués Miguel Gomes (43 años) ha dado mucho que hablar. Tabú  llega a España un año después de haber pasado por la 62º Berlinale, donde se alzó con el premio de la crítica FIPRESCI y también con el premio Alfred Bauer, que se otorga a producciones con un destacado valor artístico. La película ha despertado pasiones encontradas, unas de entusiasmo admirativo, otras de categórico menosprecio como el de un conocido crítico que no dudó en tildarla de “estafa manierista y seudolírica”.

Miguel Gomes comenzó su trayectoria profesional como crítico y después de una etapa brillante como cortometrajista estrenó su primer largo en el año 2004, A cara que mereces. Cuatro años después presentó Aquele querido mês de agosto y los cuatro siguientes los ha empleado en preparar Tabú. En su corta trayectoria en el largo Gomes se muestra innovador, creativo y algo críptico.

Como dice el propio autor, para esta última realización ha bebido del cine de Friedrich Wilhelm Murnau, muerto dos años después de estrenar su última película, Tabú (1931). En ella, contaba la historia de un amor imposible entre dos nativos, que vivían en las islas Haití, en el Pacífico. De esta producción Gomes toma algunos elementos, no solo el título.

Ambas películas se estructuran en dos capítulos titulados “El Paraíso” y “El Paraíso perdido”, aunque en la de Gomes aparecen de modo invertido, al contar la historia a modo de flashback.  Semejante es el tema central: la historia de un amor imposible, aunque por razones diversas. El tabú de las creencias religiosas primitivas que fuerzan a una chica enamorada a ser ofrecida en perpetua virginidad poco tiene que ver con la tumultuosa historia de amor frenético y criminal de Gomes.

La ingenuidad y bondad de la gente primitiva de Haití contrasta con las pasiones irracionales y debilidades de los personajes de Gomes, que viven en un lugar de África, cercano al monte Tabú. Eso sí, tanto en unos como en otros queda patente el tono de fatalidad y desgracia, común a la dos realizadores.

La película de Gomes es grande. Tiene mucha fuerza cuando plasma una historia cruda -en ocasiones innecesariamente explícita- pero honestamente planteada, porque presenta los hechos sin tomar partido, sin defender o justificar una situación. Visualmente juega con la realidad contenida de unos personajes tiernos, temerosos y frágiles, -estupenda interpretación sobre todo de Teresa Madruga– a la vez que da entrada a un mundo onírico y lírico conseguido a través de la narración fabulada, con el uso de la voz en off y algún que otro recurso metacinematográfico.

Y lo hace de un modo magistral, consiguiendo un equilibrio perfecto: el espectador se implica y a la vez guarda distancia.