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Roald Dahl y sus múltiples universos en el cine

Películas como James y el melocotón gigante, Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate o Fantástico Sr. Fox están basadas en sus relatos

Roald Dahl y sus múltiples universos en el cine

Cine | Nacido en Gales en 1916, aunque de ascendencia noruega, Roald Dahl fue un creador de universos literarios tanto en el plano infantil y juvenil como en el adulto.

El polifacético Dahl demuestra en cada trazo de su pluma la grandiosidad de su obra. A lo largo de su vida mostró un perfil cargado de ideas y subyacentes inquietudes, no en vano investigó hasta conseguir desarrollar una válvula que servía para drenar líquidos, cuando su hijo tuvo un accidente que le provocó hidrocefalia.

Aunque su educación estuvo marcada por unas directrices muy estrictas (se  ve reflejado en obras como Matilda), fue aventurero donde los haya y decidió que el mundo universitario no estaba hecho para él, así que se embarcó en la exploración de Terranova.


Tras unos años de periplo por diferentes lugares del mundo, se alistó para participar en la II Guerra Mundial, pero tras un accidente aéreo lo mandaron de vuelta a casa. Es, quizás, un importante momento de inflexión para Dahl, ya que gracias a este incidente y debido a su mente inquieta, comienza su andadura como escritor.

Sus primeras obras fueron en consonancia con los últimos acontecimientos que había vivido. Destinado a Washington, recibe la visita de C. S. Forester, escritor de éxito reconocido y admirado por Dahl, quien le pide un relato en el que cuente sus experiencias militares y así nace en 1942 Pan comido, relato que se publica en el Saturday Evening Post, y que más tarde sería incluido en el libro Historias extraordinarias (1977), por Jonathan Cape.

Alfred Hitchcock presenta

Fueron varios relatos los que se recopilaron en diferentes antologías y algunos de ellos llegaron a televisión en la serie Alfred Hitchcock presenta.

En 1943 escribe Los gremlins, basándose en leyendas populares entre los pilotos de aviación, que hablaban de unas extrañas criaturas que causaban daños en los motores. Dahl explica su experiencia como piloto de la Royal Air Force (RAF) durante la II Guerra Mundial, utilizando a Gus, el personaje principal de su historia.

Ese mismo personaje, aunque en un principio a manos de Disney, ve la luz por primera vez gracias a la Warner Bros., mediante una merrie melodie titulada Falling Hare (1943), en la que Bugs Bunny intentaba frenar las fechorías de un gremlin en un avión militar estadounidense. Posteriormente, sería llevada al cine por Steven Spielberg como director ejecutivo, entre otros, y Chris Columbus como guionista, que más tarde sería el director de películas como Solo en casa o Harry Potter.

Gremlins

El filme se convirtió en un éxito de taquilla en los 80, dando pie a dos secuelas. La más reciente aparece con el nombre de Gremlins 3: La maldición de los Mogwai, en la que los amables bichitos, aunque pérfidos si no se sigue con ellos un cuidado extremo, vuelven a entretener al público en un divertido reboot.

Tras su enlace matrimonial con la actriz Patricia Neal, Roald Dahl se embarcó en la aventura de crear una familia extensa y, quizás por este motivo, brotaron fundamentalmente en esta época libros infantiles. James y el melocotón gigante (1961), historia en la que un niño huérfano se adentra en un mundo de fantasía en el jardín de sus crueles tías, fue llevada al cine en 1996 por Disney de la mano de Tim Burton.

Más tarde llegó la maravillosa historia de Charlie y la fábrica de chocolate (1964), cuyas versiones cinematográficas han sido adaptadas en dos ocasiones por Warner. La primera de ellas (1971) fue dirigida por Mel Stuart y protagonizada por Gene Wilder en el papel de Willy Wonka. La película supo captar la esencia de la historia mezclada con un humor mordaz por parte de Wilder, pero el autor no vio lo suficientemente resaltada la figura de Charlie, que aparecía eclipsada y por ello decidió no volver a ceder los derechos para realizar una secuela. En 2003 ve la luz la versión de Tim Burton, que ya había experimentado con las novelas de Dahl anteriormente, y puso magistralmente al frente de la historia a Johnny Depp, en el papel de un Wonka más infantil y excéntrico, si cabe, que el anterior. La película se ve coronada por unos grandiosos umpa-lumpas, que se encargan de llevar el hilo conductor, amenizándola con números musicales estrambóticos y psicodélicos.

Freddie Highmore, Julia Winter, David Kelly, Franziska Troegner, James Fox, Annashopia Robb, Missi Pyle, Johnny Deep, Adam Godley y Jordan Fry en Charlie y la fábrica de chocolate (Tim Burton)

En breve tendremos en los cines de nuestro país la precuela titulada Wonka, en la que prometen contarnos el inicio que desencadenó este relato mágico. Veremos al joven confitero, interpretado por Timothée Chalamet, antes de que creara ese universo azucarado de la icónica fábrica de chocolate.

En 1988, Dahl escribe un libro en el que su personaje principal tiene ansias de saber y poderes paranormales, que le salvan de su propio destino. Matilda, la niña obsesionada con la lectura y rechazada por sus padres, se convierte en un icono de superación. Fue llevada al cine en 1996 por Danny DeVito, que se reservó el papel de padre hortera de la protagonista.

Las brujas (1983) es una historia basada en los relatos que escuchaba en sus veranos en Noruega y que dio pie a un filme con una mala-malísima Anjelica Huston, que pasa el testigo, en su segunda adaptación, a una atractiva Anne Hathaway (2020), poniéndose a las órdenes de Robert Zemeckis y con un guion tocado por la monstruosidad de Guillermo del Toro.

Las Brujas de Roald Dahl, 2020

En su haber como guionista de la gran pantalla, Dahl cuenta con títulos tan notables como Sólo se vive dos veces (1967), cinta en la que Sean Connery encarna al famoso agente de los «Martinis agitados», o Chitty Chitty Bang Bang (1968), con una almibarada historia donde no podía faltar Dick Van Dyke y sus números musicales.

Los elementos antitéticos fueron la piedra angular de su vida, que afloraron en sus escritos, dejando un rastro de desolación que quedaba colmado con un final feliz, para que el lector se adentrase en un mundo que combinaba a la perfección realidad y deseo, encajando todas las piezas en su cabeza, hasta completar el puzzle.

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