Howard Hawks. El hombre que hacía buenas secuencias
Howard Hawks se hacía querer porque sus películas siempre ganaban mucho dinero, pero nunca ganó un Oscar. En 1975 recibió uno honorífico por el conjunto de su obra.
Howard Hawks es un director del que es difícil hablar poco. Dirigió, al menos, cuarenta y siete películas, la mayoría de las cuales son notables y muchas de ellas figuran entre los clásicos más importantes de la historia del cine.
Hawks abordó todos los géneros, trabajó con los actores y actrices más famosos, descubrió a varias de las estrellas más grandes. Rodó con todos los grandes estudios y lo hizo conservando la independencia. Se hacía querer porque sus películas siempre ganaban mucho dinero, pero nunca ganó un Oscar. En 1975 le regalaron uno honorífico por el conjunto de su obra. En realidad era considerado «un buen artesano», cosa que a él le parecía bien.
Howard Hawks nació en 1896, estudió ingeniería mecánica. Desde joven le encantaba leer e ir al teatro. También fue un buen deportista: gran tenista, compitió durante años con su bólido en circuitos profesionales de carreras.
Empezó a trabajar en la industria del cine por auténtica casualidad, para ganar algún dinero durante las vacaciones del año 1916. Se convirtió en ayudante de atrezzo en los estudios Famous Players-Lasky (rama de la Paramount).
En 1917 se enroló en el ejército para participar en la Gran Guerra. Aprendió a pilotar y fue ascendido a instructor de aviación, pero no llegó a viajar a Europa. Mientras tanto volvió a trabajar en Hollywood, llegando a dirigir a Mary Pickford en La princesita.
Desmovilizado, se dedicó definitivamente al cine. De aquellos primeros años en el mundo del cine silente dijo que aprendió lo que había que hacer de John Ford, y lo que no había que hacer de Cecil B. DeMille.
En sus primeros años en Hollywood, además de rodar algún corto, trabajó de guionista y luego de productor. Fue responsable de decenas de proyectos, pero él quería rodar. Tan grande era su deseo de dirigir que rompió su contrato con Paramount, primero, y luego otro con la MGM. Sus películas mudas son notables pero hablar de ellas merecería un capítulo aparte.
Una filmografía apabullante
Con la llegada del cine sonoro, cuando muchas carreras se hundían, Hawks no tuvo problemas para incorporar el sonido. Se dio cuenta inmediatamente de que el diálogo no debía afectar a la acción y que aprovechar el sonido significaba rebajar el histrionismo de los actores. La escuadrilla del amanecer, sobre pilotos de guerra -en la que utilizó su experiencia de aviador militar-, fue un éxito y un modelo de construcción de diálogos que se imitó hasta la saciedad. Scarface, el terror del hampa, que produjo Howard Hughes, sorprendió por su atípica presentación del mundo del crimen y tuvo problemas con la censura.
Vista desde fuera, la filmografía de Hawks parece un paseo triunfal: La fiera de mi niña, Solo los ángeles tienen alas, Luna nueva, El sargento York, Bola de fuego, Tener y no tener, El sueño eterno, Río Rojo, Los caballeros las prefieren rubias, Río Bravo, ¡Hatari!… y bastantes más, se cuentan entre las favoritas de miles de cinéfilos.
Hawks descubrió y contrató a algunas de las grandes estrellas, a otras que ya trabajaban en la industria las hizo grandes. Cabría destacar a Lauren Bacall, Rita Hayworth, Norma Shearer o Walter Brennan. Hawks descubrió a Bacall cuando solo tenía dieciocho años y la puso junto a Bogart. Cuentan que John Ford le dijo, a propósito de John Wayne, después de ver Río Rojo: «no sabía que ese hijo de p… supiera actuar».
En su filmografía aparecen todos los géneros: drama, negro, western, aventura, comedia. En todas (salvo en menor grado Tierra de faraones) hay un llamativo sentido del humor. El humor hawksiano consiste en desdramatizar el drama y no buscar la risa haciendo el payaso. Es el caso de La fiera de mi niña, que pone a un sabio y serio profesor en situaciones embarazosas; Luna nueva cuenta la historia de un condenado a muerte, cuya novia se suicida; El sueño eterno o Río Bravo podrían ser tragedias, y, sin embargo, se recuerdan con una gran sonrisa.
Todas las películas de Hawks muestran enfrentamientos de personajes con una fortísima personalidad, pero siempre equilibrados; mujeres fuertes -atención, que alguna vez lo han calificado de misógino- en una época en que eso era impensable y una fuerte y sana camaradería. Todo con un profundo sentido ético.
Su fórmula, según repitió en diversas ocasiones, construir secuencias buenas, entretener.
Falleció en 1977, todavía trabajando. Su memoria fue recuperada y su obra valorada gracias a Cahiers du cinéma.
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