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Hombres, mujeres y niños

Un planteamiento interesante que se cierra en falso y que revela lo que intuíamos: Reitman es un conservador acomplejado

Hombres, mujeres y niños (2014)

Hombres, mujeres y niños: Abofeteando a Reitman

· Lo que cuenta Reitman es duro, incómodo, excesi­va­mente subrayado y explícito… pero real.

A la salida del cine hubiera abofeteado a Reitman. En plan Gilda. Sin darle derecho a réplica y cuando me preguntara los motivos le diría que por cobarde o por frívolo. Solo después del guantazo le hubiera dejado responder.

Jason Reitman, como suele ser habitual en su filmografía, pone el foco en una cuestión de máxima ac­tualidad y con claras connotaciones morales (lo mis­mo que hizo con el tema del aborto en Juno, la cru­zada del tabaco en Gracias por fumar o el coste per­sonal de la esclavitud del trabajo en Up in the air).

En este caso, Reitman pone a circular delante de la pantalla a un grupo de hombres, mujeres y niños to­cados -y a veces hundidos- por su relación con las re­des sociales. Con su habitual forma de escribir y dirigir actores, o dicho de otra forma, con un cine bastante pegado a la vida misma aunque también, todo hay que decirlo, bastante manipulado para que la fotografía le salga, Reitman habla de realidades muy re­conocibles y también muy dolorosas: la brecha digi­tal entre padres e hijos, la dictadura de la imagen a tra­vés de las redes y el afán de ser famosa, la adicción a los videojuegos y especialmente las múltiples combinaciones de sexo e internet: el padre que contrata pros­titutas como quien hace la lista de la compra, la ma­dre que descubre que con un solo click puede te­ner una «aventura extramatrimonial confidencial» y el hijo que, adicto al porno en internet desde la infancia, es incapaz de tener una relación normal en la vida real.

Lo que cuenta Reitman es duro, incómodo, excesi­va­mente subrayado y explícito… pero real. Mientras la narración avanza y seguimos viendo personajes gol­peados por la dichosa red de redes, uno llega a plan­tearse desaparecer de ella, borrar sus perfiles, cerrar todas sus cuentas e irse al campo a vivir. O mejor, qui­zás con no tanta radicalidad uno piensa qué hay que hacer ante un instrumento que nos simplifica tan­to la vida… y que tanto puede complicárnosla. Y la solución no es fácil porque el único personaje que tra­ta de resolver algo es una madre histérica dispues­ta a chequear a su hija adolescente hasta la última co­ma digital.

El espectador sabe que por ahí no van los tiros y si­gue buscando… Y espera que Reitman haga lo mis­mo. Pero no, una vez que Reitman enseña el cadáver y muestra el tumor, una vez que ha demostrado que su microescopio tiene buena lente y que lo que ha des­cubierto tiene todo menos buena pinta cierra el ca­dá­ver con la infección dentro, apaga el foco, desco­nec­ta el microescopio y nos da una palmadita en la es­palda y con una sonrisa de condescendencia -y un afec­tado dis­curso ¡en voz en off!- nos dice, «pero no te preocu­pes, tampoco es tan importante, así es la vi­da, qué le vamos a hacer, relájate».

Y ante semejante giro solo hay dos posibilidades: o Reitman es un frívolo o es un cobarde y acompleja­do que prefiere abandonar la lógica de la narración, que pide a gritos una respuesta moral, antes de que le llamen conservador.

Yo siempre sospeché lo segundo: los problemas que plan­tea Reitman en sus películas solo tienen una po­sible respuesta desde algunos valores humanos co­mo la sobriedad, la generosidad, la responsabilidad, el esfuerzo, la claridad de ideas, la lealtad e incluso la disciplina. Y todos estos valores -por motivos absurdos y especialmente en Estados Unidos- tienen la eti­queta de conservadores. Así que tienes dos caminos: o te tiras al agua con todo el equipo y que la gen­te diga lo que quiera o, llegado el momento, te echas para atrás, silbas y disimulas. Y quizás habrás sal­vado tu reputación como cineasta supuestamente pro­gresista pero has conseguido hundir lo que podría ha­ber sido una buena película. Y por ese motivo te has ganado un guantazo. A lo Gilda.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Eric Steelberg
  • Montaje: Dana E. Glauberman
  • Música: Bibio
  • Duración: 116 min.
  • Publico adecuado: +18 años (XD+)
  • Distribuidora: Paramount
  • EE.UU. (Men, Women & Children), 2014
  • Estreno en España: 12.12.2014
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