· Crítica Todo pasa en Tel Aviv | Estreno 3 de julio de 2020.

· A través de los conflictos familiares, afectivos y profesionales de Salam vemos vivir a la gente, sobre todo palestinos, nos reímos con ellos y nos preguntamos si la convivencia es tan imposible.

Todo pasa en Tel Aviv: Juego de espejos

Salam es palestino de 30 años, soñador e infantil, que todavía vive con su madre y no sabe qué hacer de su vida. Miriam, su novia, le deja, harta de su inmadurez. Más o menos a la desesperada consigue que su tío Bassam, importante productor, le acepte en el plató de la telenovela Tel Aviv on fire, en calidad de corrector de estilo: repasa los diálogos en hebreo para asegurarse de que suenen bien, sin errores. La serie trata de una espía palestina que va a asesinar a un general israelí, y hace furor tanto entre palestinos como entre judíos. De Jerusalén a Ramala, camino del estudio, Salam debe pasar un puesto de control israelí, y allí se declara guionista de Tel Aviv on fire. El comandante del puesto, cuya esposa es fan de la serie, aprovecha para impresionar a su mujer: da ideas a Salam y le obliga a aceptarlas (o no pasará el control). Salam intentará utilizar esas ideas en el estudio, y tendrá éxito.

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El humor, bien lo sabía Charlie Chaplin, permite decir cosas que no se pueden decir en serio; así el pobre Charlot podía patear a un banquero, quedarse con su puro y salir tan campante. En el caso presente el humor permite dar un repaso al conflicto de Oriente Medio, denunciar situaciones intolerables, señalar abusos descarados y al mismo tiempo mantener el tono esperanzado y propiciar un final feliz. Además lo hace sin maniqueísmo alguno.

El guión es del propio director, y tiene mucho de Lubitsch, en particular por su continuo juego de espejos, en el que pone en paralelo la trama de la ficción con lo que está sucediendo en la realidad a diversos niveles, el más evidente es que la protagonista del culebrón se enamora de su víctima; el público en ambas comunidades se pregunta qué va a ocurrir, y cada uno opina cómo debe acabar la historia. Las opiniones varían no sólo según la nacionalidad u origen de cada uno, sino también según su edad y sirven para hacer un retrato robot de la audiencia, divertido pero fidedigno. El último capítulo de la serie será un modelo de diplomacia, una invitación a la cooperación, a sabiendas de que es difícil. Pero hay más, a través de los conflictos familiares, afectivos y profesionales de Salam vemos vivir a la gente, sobre todo palestinos, nos reímos con ellos y nos preguntamos si la convivencia es tan imposible.

El guión de Zoabi no se limita al problema de Oriente Medio, se trata de una historia de cine y televisión y este mundo es protagonista. Pasa en revista clásicos y modernos, toma prestadas ideas o citas completas de películas conocidas; juega con el plató y sus posibilidades artísticas y también con los exteriores y la cámara al hombro. Ese mundillo del «cine dentro del cine», en clave humorística -tampoco demasiado exagerada- es muy divertido, lo resultará particularmente para los aficionados que hayan intentado escribir un guión.

El protagonista es Kais Nashif, trágico en Paradise Now, que demuestra una sensacional vis cómica. Le da la réplica Yaniv Biton, que consigue un retrato humano de un militar rígido.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Laurent Brunet
  • Montaje: Catherine Schwartz
  • Música: André Dziezuk
  • Duración: 100 min.
  • Público adecuado: +12 años
  • Distribuidora: Surtsey
  • Bélgica, Francia, Israel, Luxemburgo (Tel Aviv on Fire), 2018
  • Estreno: 3.7.2020
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.