Barbie

Barbie: Juguetes y jugadores

· Crítica de Barbie | Estreno 20 de julio de 2023.
· Lo que intenta Gerwig es meritorio y no le falta ingenio. Los actores están todos muy bien porque hacen lo que les pide el guion con mucho oficio.

Greta Gerwig tiene 40 años. Su carrera como actriz, guionista y directora tiene unas pocas películas notables. Gerwig escribe el guion de Barbie con su marido, Noah Baumbach, con quien tiene dos hijos.

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Sus retratos de mujeres en los guiones de Frances Ha, Lady Bird y Mujercitas tienen mucha fuerza, desparpajo y calidad. Barbie quiere ser otro relato inteligente, fresco y ameno sobre mujeres, pero no lo consigue: es una película listilla, plasticosa (artificial) y pesada, muy pesada.

Gerwig y Baumbach no tienen claro lo que quieren contar, en gran medida porque tienen aún menos claro a quién quieren contárselo. Lo que intentan es meritorio, pero una cosa es la idea -o mejor dicho las ideas- y otra la tematización de una idea (s) y su aterrizaje a una estructura dramática tramada.

La premisa no está mal: no es otra que usar la muñeca Barbie para mirarla de manera divertida y aguda en una película de tesis que quiere poner en solfa el talibanismo feminista, el puritanismo wasp, la maldición de todo resto de patriarcado y el pavor al sexo sin filtrar por la ideología de género.

Lo que intenta Gerwig es meritorio y no le falta ingenio, pero la película es una castaña. Y lo es, a pesar de la soberbia fotografía de Rodrigo Prieto y de la excelencia en el diseño de producción de Sarah Greenwood y el vestuario de Jacqueline Durran. Los actores están todos muy bien porque hacen lo que les pide el guion con mucho oficio.

La trama principal llevada hasta las casi dos horas resulta agotadora. Hay algún momento divertido, pero no se entiende esa desmedida representación del mundo juguetero y las conexiones con el mundo de los jugadores (igualmente plasticoso) californiano. A Gerwig se le va de las manos este larguísimo cuentecito pretendidamente mordaz e inteligente. Le queda un cuentecito interminable del que se salvan tres o cuatro gags y la valentía para defender que la biología debe ser respetada y que lo natural no se decide ni se elige.

Que Warner se haya gastado un dineral en la promoción de la película es normal. Los escándalos farisaicos son casi más agotadores que la película, que lo es y mucho, como ya dijimos.

Barbie llega en un momento en que el porcentaje de estupidez insultante de los periódicos y medios digitales es tan grande que parece que compitieran por ser el rey zafio, el rey tontolaba y rey cancelador. Si decides dedicarles tu tiempo, encontrarás las comparativas de esta peliculita con una obra maestra titulada Oppenheimer. Y listas. Y explicaciones del mecanismo de un chupete. Y consejos peregrinos para cool-in-quieto. Es el verano mediático. Quien lo probó, lo sabe.