Una vida en secreto

Daniel, rico empresario neoyorquino y solterón empedernido, tiene una agenda muy apretada. Hoy sólo puede conceder 45 minutos a su antigua novia, Rachel, a quien no ve desde que rompieron, hace 20 años. «Si hubieras querido que nos viéramos mañana, te podría haber concedido dos horas». Así comienza Una vida en secreto. Rachel le cuenta que cuando rompieron estaba embarazada y que no quiso decírselo porque sabía que él no quería tener hijos. Antes de que le dé tiempo a sospechar que le va a pedir dinero, le dice que su hijo Allen acaba de fallecer en un accidente de tráfico. Daniel, por primera vez en su vida, cambia sus horarios y dedica tiempo a pensar en su hijo, al que nunca conoció, a descubrir quién fue y qué podría hacer por él, aunque sea tarde.

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Longing es un remake de la película que rodó en 2017 el mismo director israelí Savi Gabizon. La película resulta un curioso viaje interior en el que un hombre seco, sin familia ni afectos, se descubre a sí mismo a medida que aprende acerca del hijo que nunca conoció. Se reúne con la madre y el padrastro de su hijo, con sus amigos y su novia, con sus profesores y muy en especial con su profesora de francés, de la que estaba locamente enamorado. Cada encuentro da pie a un descubrimiento sobre el joven y sobre sí mismo. Los mejores momentos son, sin embargo, tres encuentros con otros tantos padres que también han sufrido pérdidas.

Una vida en secreto tiene un problema serio de tono. Con elementos de drama, de tragedia, de comedia, y hasta un toque surrealista -ese sueño erótico-, resulta difícil saber qué pretende el director. A priori parece una reflexión sobre cómo el dolor, uno tan extraño como el que afecta a Daniel descubrir en él mismo que ha tenido un hijo y que éste acaba de fallecer, puede afectar a una persona. Pero este viaje –Daniel se ha embarcado en una investigación a lo Ciudadano Kane-, resulta estrambótico. No importa que cada situación y cada encuentro tenga un toque artificial; es el empeño de Daniel por justificar las decisiones/tropelías de su hijo lo que está fuera de lugar. Generando un desenlace dadaísta en el cementerio. Dicho esto, la película tiene mucho de salvable y la primera hora se ve francamente bien. Después el director pierde el equilibrio -o tiene sus razones, que el público ignora- para contar esta historia de esta manera.

Otra cosa, Richard Gere está acertado, es un solterón egoísta perfecto con un toque melancólico adecuado. Además, aunque cualquiera del club «Enemigos de Gere» lo niegue, sabe escuchar con atención, reacciona bien y muestra que ha entendido lo que le dicen. En esta historia es lo esencial. La película tiene un puñado de buenas secuencias, en todas ellas él escucha. Diane Kruger es simplemente correcta, no es su culpa, es una mera comparsa en esta historia. Al contrario, hay múltiples secundarios, como Larry Day, excelentes en papeles pequeños.