El perfecto anfitrión

El perfecto anfitrión: Quien es quien

El perfecto anfitrión: Tomnay hace toda una declaración de intenciones y marca un estilo diferente y refrescante.

John Taylor (Clayne Crawford) acaba de atra­car un banco. Está herido y huye de la poli­cía. Con sus dotes de persuasión y alguna men­tira consigue entrar como invitado en la ca­sa de Warwick (David Hyde Pierce) para escon­derse. Pero las apariencias engañan.

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El perfecto anfitrión es el primer largometraje de Nick Tomnay, creado a partir del corto The host (2001) del mismo director. También ha realizado trabajos para televisión, y ahora se ha embarcado en la producción de su nuevo cor­tometraje, Swimming to France (2010).

Los dos protagonistas son actores habituados a la televisión. Hyde Pierce, conocido co­mo el neurótico hermano pequeño de Fraiser (1993), ganador de cuatro Emmy por ese papel, interpreta al anfitrión y aunque en algún mo­mento pueda resultar algo histriónico, ejecu­ta su personaje con maestría sin salirse de lo ve­rosímil. Crawford, también actor de televisión con apariciones en la serie 24 (2001), no se queda muy por detrás de su compañero. Ha­ce un trabajo notable que equilibra bastante la ba­lanza entre estos buenos actores.

El guión está tratado con sentido del ritmo, no decae y los abundantes giros dramáticos son sorprendentes. La información se dosifica co­rrectamente en el momento oportuno. Los per­sonajes principales son muy complejos y la es­trategia seguida en el guión recuerda mucho a las teorías cinematográficas de Hitchcock, en las que afirmaba que para él cualquiera podía ser un criminal. La mezcla de comedia negra, con toques de ironía y thriller violento, es bas­tante llamativa. Bien realizada, se convierte en un nuevo género híbrido que da nuevos aires a un esquema tan trillado como el de los thrillers.

La música de Swihart, creador de la banda so­nora de Napoleón Dynamite (2004) y de la se­rie televisiva Cómo conocí a vuestra madre (2005), es otro de los platos fuertes de El perfec­to anfitrión. Canciones rock se mezclan con pie­zas latinas, música clásica y algunos fragmen­tos de ambientación que parecen inspirados en El cabo del miedo (1991). Todo colocado en el mejor momento posible.

Los fans de Hyde Pierce disfrutarán como ni­ños en una película con algunos destellos de bri­llantez. Aunque no sea uno de esos trabajos que sientan cátedra, sí tiene algo que se echa de me­nos en el cine moderno y siempre se agra­de­ce: originalidad.