Cuscús

Cuscús: Hasta gastar el fosforito

Clara triunfadora en los Cesar 2007 (película, director, guión y actriz, los mismos que ganó en 2005 su anterior película, La escurridiza) y gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia 2007, Cus­cús es un buen ejemplo de cine festivalero. Fue la penúltima producción de Claude Be­rri, que cerró su carrera con Bienvenidos al norte.

Cuenta la historia de una familia francesa de origen magrebí. Cuando al patriarca de la familia le echan de su trabajo en un pequeño astillero, intenta reunir a toda su numerosa familia para organizar un restaurante que tenga como plato de referencia el cuscús (una famosa receta marroquí a base de pescado y verduras). Esto es lo que cuenta Cuscús a lo largo de 151 interminables minutos. Un metraje en el que los personajes hablan y comen a la vez mientras la cámara deambula haciéndose transparente. Hay que reconocer que Abdel Kechi­che (Túnez, 1960) sabe dirigir a los actores, que están prodigiosos en su naturalidad, y que adentra bien al espectador en un mundo sugerente en el que se ven unos magrebíes «afrancesados», que prácticamente han perdido el sentido religioso y de unidad con el pueblo árabe.

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Hay indudables aciertos en la película, pe­ro su carácter extremadamente redundante la hace soporífera o mejor, y en argot, rayante. No dudo que el director haya querido utilizar los diálogos repetitivos co­mo instrumento para reflejar la redundancia obsesiva de determinados caracteres, pero eso es una cosa y otra desquiciar al espectador. Escenas como la del interminable baile final, la explosión de ira de la mu­jer engañada o la denigrante persecución de la moto robada serían brillantes si no estuviesen tan subrayadas (el hombre ha debido gastar el fosforito).

Podríamos decir que las virtudes y los defectos de Cuscús estaban presentes en La escurridiza, pero en esta última había mucho más equilibrio, menos énfasis y un relato más atractivo para un espectador sin vocación de mártir butaquero.