Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones

Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones | Una partida entre amigos

· Crítica de Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones | Estreno 31 de marzo de 2023.
· No creo que los aficionados al juego se lleven una decepción: nombres, lugares, recuerdos y monstruos les resultarán conocidos.

Dungeons & Dragons, el juego, va a cumplir cincuenta años. Sus creadores ya han fallecido, y la empresa para la que trabajaban ha sido absorbida por la poderosa Hasbro. En 1983 el juego saltó a la televisión, en forma de serie de dibujos animados. En  2000, Courtney Solomon realizó una versión con personajes reales, Jeremy Irons encarnaba a un mago perverso. Ese Dungeons & Dragons consiguió una rara unanimidad de público, crítica e incluso de profesionales del ramo. Todos convinieron en que era malísima. Más tarde, en 2005 y 2012, otro par de subproductos televisivos, también con personajes reales, fueron peores que la malograda película de Solomon. Afortunadamente para Hasbro, Stranger Things reanimó el entusiasmo del público y alentó a los incondicionales del juego a mantener la antorcha encendida. La película actual nace con voluntad de convertirse en una saga. Quiere complacer a un público muy amplio, a los veteranos jugadores de Dungeons & Dragons y, si es posible, conseguir nuevos jugadores.

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Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones es, ni más ni menos, una partida de este juego: presentar equipos, examinar sus cualidades, confiarles una misión y ver si consiguen llevarla a cabo. Estamos en un mundo hechura de la Tierra Media de Tolkien, donde cohabitan humanos, elfos y trolls; hay magos y hechiceros; hay gente buena y gente mala en cada grupo. El tono general -estamos jugando- es festivo. Los personajes principales son Edgin, de la hermandad del harpa, y Holga, una ladrona. La película comienza con esa pareja escapando de prisión. Después contarán cómo llegaron allí. Finalmente, formarán equipo con Simon, aprendiz de mago, y Doric, una elfo. Juntos terminarán la misión emprendida años antes. De paso salvarán al mundo.

Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones es una película de aventuras bastante lograda. Hace tiempo que echamos de menos una gran cinta de este tipo. Algunos intentos de aproximación al género, como Jungle Cruise, no han sido horrorosos, pero tampoco devuelven la fe en la pantalla grande. Esta película, aunque es imperfecta, responde más a las exigencias del canon: un grupo de personajes interesantes e imperfectos que se atreven a arriesgarlo todo por sentido del deber y espíritu de sacrificio. Cada uno de ellos tiene que hacer frente a sus defectos y a sus miedos. Hay épica, hay una misión, hay camaradería, mucho sentido del humor, y el conjunto funciona.

No creo que los aficionados al juego se lleven una decepción: nombres, lugares, recuerdos y monstruos les resultarán conocidos. Por supuesto, el tono es el que conviene a una audiencia moderna muy amplia, pero también es el de una partida entre amigos. El ritmo es trepidante. La violencia es atemperada por el humor, por la oportuna falta de gore y por las elipsis. Los cámaras hacen maravillas para evitar todo lo que es desagradable, incluso en la visita a los difuntos del campo de batalla (secuencia notable). Los efectos especiales son excelentes y tan oportunos que no se hacen notar. En cuanto al reparto, Chris Pine inicialmente no parece adecuado, quizá demasiado blando y encantador, pero se hace con el papel. Hugh Grant hace de sí mismo en un rol a medida. Michelle Rodriguez está perfecta, como siempre que hay que partirle la cara a alguien, y añade a su personaje un simpático toque maternal.