Wonka

Wonka: Magia en tamaño bombón

· Crítica de Wonka | Estreno 6 de diciembre de 2023.
· Wonka cumple con todas y cada una de las expectativas, posicionándose como una de las grandes películas familiares de estas navidades.

A veces uno echa de menos la magia. Es inevitable cuando se crece, y los azares de la vida nos obligan a aparcar nuestros sueños por misiones más «alcanzables». Y, cuando pasados los años, uno está plenamente convencido de haber obrado bien, llegan películas como Wonka. Y toca replantearse algunas cosas.

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Wonka nos traslada a la época en la que el joven chocolatero busca dar a conocer sus dulces. Aún lejos de ser el dueño del dulce imperio que gobiernan Johnny Depp y Gene Wilder en las adaptaciones previas, el personaje interpretado por Timothée Chalamet (magníficamente, por cierto) tendrá que hacer frente a multitud de dificultades para lograr cumplir su sueño.

A la película se le pueden criticar muy pocos aspectos, y es que cumple con todo lo que se puede esperar del género: es entrañable, es divertida, es dinámica, y posee un cuidado estético virtuoso, logrando que ni una sola de las escenas se haga larga o innecesaria. Sí se echa de menos, quizá, algunos matices en la figura de Willy Wonka, que pierde por completo las sombras que poseían sus anteriores adaptaciones, pero eso no hace que el personaje sea menos redondo. Sobre todo por lo bien acompañado que está, con un reparto fantástico (qué decir de nombres como Olivia Colman o Keegan-Michael Key) y que funciona a las mil maravillas, llegando incluso a dar un fuerte aire nostálgico a la película, pues recuerda a esos grandes musicales de la infancia.

Rowan Atkinson no decepciona nunca, y vuelve a ser tan divertido como siempre, pero si hablamos de personajes, el Oompa-Loompa de Hugh Grant no es que sea bueno, es que gana por goleada a las versiones anteriores.

Todos ellos funcionan gracias a la labor de Paul King, que vuelve a dar con la tecla de lo que una película familiar necesita, no solo para resultar entretenida a los más jóvenes, también para despertar la nostalgia y la emoción de lo que no lo son tanto. El director de las adaptaciones cinematográficas del oso Paddington mezcla magníficamente comedia con emotividad, con grandes dosis de magia para lograr un bello resultado (mención especial al equipo de arte y vestuario, que logran crear un mundo brillante, colorido, memorable, y rico, y no sólo por el chocolate presente en todas partes).

Una recomendación para el espectador: prepárese para establecer lo que en cine se llama un pacto narrativo con la película, trate de verla a través de los ojos de un niño, de los de sus propios hijos, ya que es perfecta para verla con ellos. La película es magia, y mágicos e inexplicables son muchos de los eventos que se ven en pantalla, pero eso no es importante. Es la fantasía del cine y de los sueños que se pueden encontrar en un pedacito de chocolate.

Y ahí, ahí sin duda cabe todo un mundo.

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