Hijos del Tercer Reich: Disección de una herida nacional

· Hijos del Tercer Reich. “La gen­te cree que la guerra consiste en pelear. Pero eso no es cierto. La guerra consiste en esperar: el siguien­te ataque, la siguiente comida, la siguiente mañana”.

Philipp Kadelbach ha dedicado los últimos diez años a dar forma a esta mini-serie sobre la II Guerra Mun­dial y el nazismo. A estas alturas de la pelí­cu­la, podíamos pensar que el cine había abordado la cues­tión desde todos los ángulos y formatos posibles. Pa­recía difícil encontrar una vía inexplorada y, sin embargo, este realizador lo ha hecho. El resultado, siete mi­llones de telespectadores en su país, el reconocimiento en varios festivales y una buena dosis de polé­mi­ca entre quienes la consideran sincera y valiente y quie­nes la tachan de tibia e imprecisa. Y es que Kadel­bach es alemán. Hay una necesidad en el pueblo germano de tratar de entender por qué sus predecesores si­guieron los locos dictados de Hitler, de aprender de los errores y fijarlos bien en la memoria para no repetirlos, de perdonarse y cerrar heridas.

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No es la primera vez que un director alemán aborda es­ta página vergonzante de su historia reciente. No ha­ce aún diez años que Oliver Hirschbiegel adaptaba con éxito al cine, y también controversia, el libro de Joachim Fest sobre los últimos días de Hitler en su bún­ker de la Cancillería del Tercer Reich antes de suici­dar­se con su mujer.

Lo que Kadelbach aporta con esta mini-serie de tres ca­pítulos de hora y media de duración cada uno (muy al es­tilo británico) es la mirada del propio pueblo alemán que vivió estas atrocidades. Una mirada caleidoscópica por una parte -la de cinco amigos veinteañeros que ofrecen un amplio arco de situaciones personales, y que pue­de verse hasta los créditos finales de la serie-; una mi­rada intimista y dramática, puesto que esos amigos que se despiden con la promesa de reunirse en la siguiente Navidad nunca volverán a ser los mismos; y una mi­rada desde el presente, narrada y documentada por el ma­yor de los hermanos, al cabo de los años, sobre la que pla­nea aún otra mirada más, la de quienes dan título ori­ginal a la serie –Unsere Mütter, unsere Väter, nuestra madre, nuestro padre-: la mirada de los hijos; incluso ca­bría incluir la del director, que a sus casi cuarenta años es­tá una generación por debajo.

Aunque los protagonistas sean los jóvenes de anta­ño, Hijos del Tercer Reich está dirigida, sobre todo, a un pú­blico adulto, a esos hijos; por eso su estructura y su narración son clásicas. No hay pretensión de originalidad sino intentos de verosimilitud, de acercarse to­do lo posible a los sucesos, en el terreno bélico y en el personal, en la ciudad y en el frente. Por eso se han cui­dado exquisitamente la narración intradiegética de Wil­helm, que marca las épocas acompañada de imágenes de archivo, las transiciones de Berlín al campo de ba­talla, el paso de unas vivencias a otras, los finales de episodio que interrumpen las tramas, así como los pun­tuales y necesarios encuentros entre los protagonistas, que, aun siendo forzados y demasiado casuales, con­siguen el pacto de lectura del espectador. No todas las tramas avanzan con la misma velocidad, alguna incluso se estanca, pero son errores fácilmente disculpa­bles. Acompaña una cámara subjetiva, que lo mismo re­coge un gesto de pavor que la cabeza de un obús en el momento de estallar, o la belleza cruel de un campo florecido instantes antes del ataque a un convoy reple­to de judíos deportados.

Conscientes de que iba a ser recibida con interés pe­ro mirada con lupa, los productores han echado el res­to en el diseño de producción, posible gracias a un ge­neroso presupuesto. La serie cuenta con buenas localizaciones y cuidados decorados, los efectos especiales, sin ser apabullantes, son verosímiles, el vestuario es­tá mimado al detalle.

Una pieza clave en este engranaje es la interpretación. Kadelbach ha recurrido a jóvenes actores alemanes de cine y televisión, bien conocidos en su país y con más de diez años de tablas, que dan vida a estos cin­co amigos marcados por el agónico final de una gue­rra y las decisiones delirantes de Hitler: los dos her­manos WinterWilhelm, el mayor, el preferido de sus padres, enrolado como oficial en las filas de la Wehr­macht para participar en la invasión de la Unión So­viética, movido por su sentido del honor y del deber, y Friedhelm, el menor, siempre a la sombra de su hermano, un chico sensible, con alma de artista, y poca in­clinación a las armas-; Greta, cantante prometedora que ve peligrar su carrera artística por la guerra y no­via de Víctor -joven sastre judío, noble y sencillo, que ocu­pa el peor lugar en el relato histórico de los hechos-, y Charlotte, amiga de Greta, secretamente enamorada de Wilhelm, que se alista como voluntaria en el servicio de enfermeras del ejército. Todos sufrirán una profunda transformación a lo largo del conflicto.

Hijos del Tercer Reich no se anda con paños calientes. Una de las frases más reveladoras la dice el hermano pe­queño, Friedhelm: “la guerra saca lo peor de noso­tros”. Hay oficiales que cumplen órdenes sin atisbo de con­ciencia (encarnando lo que Hannah Arendt llamó “la banalidad del mal”); otros que aprovechan para dar rien­da suelta a su sadismo; hay judíos que aman su país, Alemania, como el que más. Otra frase interesan­te la dice un alto mando después de cometer una atrocidad: “ésta no es una guerra normal, luchamos por una concepción del mundo”. En esta serie se muestra la crueldad, pero también el desconcierto por parte de mu­chos soldados que creían que ganarían la guerra y asis­ten conmocionados al abandono del Führer. “La gen­te cree que la guerra consiste en pelear. Pero eso no es cierto. La guerra consiste en esperar: el siguien­te ataque, la siguiente comida, la siguiente mañana”.

Ficha Técnica

  • País: Alemania (Unsere Mütter, unsere Väter), 2013
  • Dirección: Philipp Kadelbach
  • Producción: TeamWorx Produktion für Kino und Fernsehen GmbH
  • Duración: 3 capítulos de 90 minutos
  • Emisión en España: 9.9.2013 (Canal+)
  • Emisión en Alemania: 1.3.2013 (7 millones de telespectadores)
  • Calificación: +18 años (VX-)
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