Thérèse D.

Thérèse D.: Amargo descontento

Thérèse D. fue la encargada de clausurar la pasada edición del Festival de Cannes. Sin entrar toda­vía en consideraciones de calidad cinematográfica, motivos tenía para hacerlo. Se trata de la obra póstuma de Claude Miller, un cineasta francés discípulo de Truffaut y defensor de la Nouve­lle Vague, con varios premios en Cannes que ade­más adaptaba al cine la célebre novela homónima del celebérrimo escritor francés Francois Mauriac.

De una manera muy clásica, con un ritmo pausado -sin llegar a ser lento- y -todo hay que decir­lo- una música repetitiva hasta el hartazgo, Mi­ller recrea el drama de una mujer provinciana que se casa por conveniencia con un hombre rico que le provoca, como poco, la más absoluta indiferencia.

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En realidad, todo le resulta indiferente a Thérè­se Desqueyroux, un personaje que ni se adap­ta a los rígidos convencionalismos de la épo­ca ni es ca­paz de romper con ellos.

Su vida se mue­ve en un amargo descontento y en un absur­do existencial porque no es capaz de encontrar los motivos que guían sus actos. Todo en su histo­ria es caprichoso, inane y aleatorio. Y, du­rante to­do el relato, flota la duda de si este sinsentido -que resulta evidente en el desgraciado y ton­to su­ceso que provoca el desenlace- es el resultado de una gran personalidad constreñida por la sociedad, de una profunda herida en la psique… o de la solemne tontería que rodea en ocasiones a la condición humana.

Es curioso comprobar cómo un personaje tan an­tipático puede resultar interesante y sostener una película de 100 minutos. El mérito, en este ca­so, es claramente de la novela, que sabe diseccionar con maestría una suculenta galería de ti­pos humanos que acompañan y hacen de con­trapunto al gran personaje que es el de Thérè­se. Pero a Claude Miller hay que reconocerle su ca­pacidad para leer bien la novela, su acierto al do­tar a la película de un tono clásico, que casa muy bien con el original literario, y sobre todo su estupenda elección de actores: nadie puede resultar tan antipática en la pantalla grande como Audrey Tautou.