El jugador de ajedrez (1981), de Juan Luis Buñuel

Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine

Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine es un homenaje que la editorial Valdemar quiso rea­li­zar con ocasión del bicentenario del escritor norteamericano. Antonio José Navarro reúne en esta an­tología textos de Vicente Muñoz Puelles, José Ma­ría Latorre, Roberto Cueto, Pilar Pedraza, Je­sús Palacios, Montserrat Hormigos y Ángel Sala. Se trata de una colección de textos variados, erudi­tos, amenos e interesantes, lo que no es poco decir.

Poe es una referencia obligatoria en el género fan­tástico y de terror, y un poeta influyente en to­das las corrientes artísticas desde mediado el siglo XIX; Baudelaire, Mallarmé, Oscar Wilde y tantos otros declararon abiertamente su admiración por  él; su influencia fue creciendo a medida que avanzaba el siglo XX, cuando los grandes medios de comunicación transmitieron a las masas una imagen, inexacta, de un poeta borracho, triste y acosado por fan­tasmas que el psicoanálisis popularizaría.

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El cine ha destacado la importancia que tiene lo vi­sual en su obra, la fuerza plástica de sus relatos y poemas, que han inspirado libremente diversos lar­gometrajes, y la capacidad evocadora de sus imáge­nes.

Los diversos ensayos Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine arrojan una in­te­resante luz, tanto sobre el Poe histórico y el origen de la leyenda del genial borracho, como sobre la ima­gen que han transmitido las películas acerca de su vi­da y su obra; y la influencia de Poe, en algunos ca­sos más en el fondo que en la forma, en di­versos ar­tistas.

El personaje de Poe aparece en pantalla desde, al me­nos, 1915 (The Raven, de Charles Brabin). Este vo­lumen también presenta algunas obras sugerentes pero bastante desconocidas para el común de los mortales: The Loves of Edgar Allan Poe (1942), de Harry Lachman; El espectro de Edgar Allan Poe (The Spectre of Edgar Allan Poe, 1974), de Mohy Quan­dour; o Danza macabra (Castle of Blood, 1964), de Sergio Corbucci y Antonio Margheriti.

En cuanto a sus relatos, empezaron a ser adaptados desde los primeros días del cine e inspiraron a ci­neastas de todas las latitudes y tendencias artísti­cas: Jules Dassin (The Tell-Tale Heart, 1941), Robert Florey (Doble asesinato en la calle MorgueMur­ders in the Rue Morgue-, 1932) o Edgar G. Ul­mer (SatanásThe Black Cat-, 1934). Un capítulo im­portante está dedicado, no podía ser menos, a las adaptaciones que realizara Roger Corman y pro­tagonizara Vincent Price. El hundimiento de la Casa Usher (1928), de Jean Epstein, aparece como re­ferencia obligatoria del ciclo de Poe en la pantalla gran­de, una rara obra que se acerca al film d’art.

Alegra ver que este elenco no ignora las adaptaciones de Poe realizadas por cineastas del ámbito his­pánico, como Manicomio (1954), de Luis María Del­gado y Fernando Fernán Gómez, Obras maestras del terror (1960), de Enrique Casares, o El jugador de ajedrez (1981), de Juan Luis Buñuel.


Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine
Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine

Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine

Antonio José Navarro (ed.). Valdemar. Madrid, 2009. 272 páginas. 15,90 €.

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