Reina Roja

Reina Roja: Fiel al bestseller

Supongamos que no ha leído la novela. La serie comienza presentando a Jon Gutiérrez, original policía: le gusta vestir bien, tiene corazón, ayuda a la gente, es de Bilbao, habla mucho y mal, y es homosexual. Está metido en un lío pero alguien puede limpiar su expediente, si convence a una tal Antonia Scott para que acuda al lugar de un crimen. Antonia Scott, descubriremos, tiene un cociente intelectual de 242, y participa en un programa policial secreto para luchar contra crímenes especiales. También sufre brote sicóticos, y socialmente es un desastre. Tras un drama tremendo, se ha retirado. Jon consigue que vuelva a trabajar, pero ella exige que este policía sea su «escudero» en la investigación de los crímenes -asesinato y secuestro- de un loco que se hace llamar Ezequiel.

La miniserie adapta con bastante fidelidad Reina Roja, un best seller internacional de Juan Gómez-Jurado. Una y otra ponen el acento en la compleja relación de Antonia y Jon -lo mejor de la novela y de la serie-, y en mostrar los encantos y posibilidades que ofrece Madrid. La serie tiene mucha acción, alguna espectacular. La producción es impresionante: diseño, música, efectos… hecha para contentar a un gran público, internacional, que ha disfrutado con las novelas. En primer lugar cabe decir que la pareja protagonista, encargada de llevar el peso de la historia, está lograda: Vicky Luengo (Antidisturbios) y Hovik Keuchkerian (sosia de Javier Bardem), están perfectos en sus papeles y hay química entre ellos. Y los secundarios, como la tatuadora o la madre, están logradísimos. La dirección de Serra Koldo (70 binladens) es eficaz, sabe pasar de la acción pura a la conversación íntima entre los dos compañeros y, se supone, es responsable de los aspectos visuales de esta historia.

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La parte menos lograda tiene que ver con algunas simplezas del guion, que ya estaban en la novela, en recurso a clichés. Inicialmente Antonia es un simple cerebro sin alma y Jon, lo repite Juan Gómez-Jurado por activa y por pasiva, es vasco y homosexual. Son mucho más y son Vicky Luengo y Hovik Keuchkerian quienes, poco a poco, les darán profundidad. El padre de Antonia es una caricatura, lo mismo que los primeros compases de los afligidos millonarios, o del inspector Parra, o la evasión de Antonia del hospital entre policías. Hay margen de mejora, pero la serie funciona: los errores están maquillados por la producción. Los aciertos, en cambio, son muchos y lo mejor, ya lo dijimos, es la evolución de la pareja protagonista y su manera de presentar Madrid. Atención a la degustación de la tortilla de patata, y al abrazo final.