La primera Guerra Mundial en el cine. El refugio de los canallas: Una guía imprescindible
· Es particularmente interesante que el autor se haya preocupado de buscar abundante material olvidado.
En vísperas del centenario del inicio de La Gran Guerra, como se la llamó antes de numerarla, Emilio G. Romero, escritor y abogado, publica la primera monografía global sobre el cine en relación con esta guerra que se haya hecho en España. Fuera de nuestras fronteras tampoco hay demasiadas publicaciones sobre el tema. Film and the First World War (1995), de Karel Dibbets y Bert Hogenkamp (eds.); y Cinema and The Great War (1997), de Andrew Kelly, son las dos referencias obligadas.

Llama la atención en este libro la sistemática del autor. Dentro de los muchos posibles enfoques que sugiere el título, Romero ha elegido el más asequible al gran público, el más fácil de leer, pero el menos riguroso para una historia del cine; en la primera parte cuenta la historia de la Guerra, punto por punto, y la ilustra con secuencias extraídas de la historia del cine. También hace juicios de valor, a veces injustos, a veces muy sesgados, principal defecto de un libro, por lo demás notable. Se trata, pues, de una visualización de la guerra, una gran obra de divulgación, en la que hay un notable esfuerzo de documentación, pero en la que falta un riguroso análisis, como suele suceder en una obra pionera.
Es particularmente interesante que el autor se haya preocupado de buscar abundante material olvidado y, además de los clásicos que aparecen en todas las bibliografías, ofrezca numerosos títulos novedosos, o simplemente desconocidos, sobre todo de los años treinta y particularmente obras realizadas por alemanes y austriacos como Victor Trivas, Georg W. Pabst, Zöberlein, Ritter y otros; y que no olvide algunas que interesan a los españoles, ya sea por la autoría de la historia como Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de Blasco Ibáñez, cuyas dos versiones se refieren, cada una, a una guerra distinta; a sucesos acaecidos en España, como el espionaje en Madrid o Barcelona, o la venta de material a los beligerantes, o alguna curiosidad como la obra de Julio Diamante, Los que no fuimos a la guerra.
En ese loable afán de tocar todos los palos, Romero menciona los avances técnicos, los problemas sociales, las nuevas enfermedades psíquicas, la guerra en las colonias, el caso de Irlanda, la propaganda y el espionaje, el nacimiento del nacionalismo australiano, el genocidio armenio, y tantos otros. Se diría que no olvida nada, y a cada tema encuentra su ilustración cinematográfica. Ese afán de exhaustividad revela su fragilidad, en una primera monografía no se puede más que desbrozar -un poco- el terreno, y rápidamente se descubren grandes lagunas que han de ser colmadas por ulteriores trabajos.
La segunda parte de La primera Guerra Mundial en el cine, mucho más breve, habla de la historia del cine y la guerra, desde los primeros documentales rodados en las trincheras a las obras de propaganda bélica, y luego el enfoque que ha ido adoptando -en la escasa medida que se ha tratado esta guerra- según evolucionaban las circunstancias políticas y culturales a lo largo del siglo. Una vez más se trata de un loable afán, fuera del alcance de un solo autor, pero el esfuerzo y el resultado son notables.
Se trata de una guía imprescindible para aproximarse a la guerra más cruel y estúpida que haya producido la humanidad, pero que ha generado películas más valiosas que la Segunda. El gran desfile, La gran ilusión, Senderos de gloria, Maldita sea la guerra, Sin novedad en el frente y otros cien títulos más, imprescindibles sobre esa Gran Guerra.
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