La banda nos visita

Son muchos los premios cosechados por esta cinta israelí, La banda nos visita -primera película de Eran Kolirin-, que cuenta las peripecias de una banda musical de la policía de Alejandría que ha sido invitada a Israel para interpretar su repertorio en una pequeña ciudad del desierto del Negev, con el patrocinio de un centro cultural árabe que va a inaugurarse y quiere darse a conocer a la población.

La cinta, llamativamente sobria, está muy bien hecha y tiene fuerza: las deudas con el cine de Kaurismäki y Tati son evidentes, especialmente en la planificación, el sonido y la economía de diálogos. La fotografía es excelente y el montaje muy preciso. Las interpretaciones son ajustadísimas y contribuyen al clima surrealista tragicómico de una película que quiere representar la demencial situación de desconfianza y temor que vive buena parte del Estado de Israel desde hace décadas.

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Aunque peque de reiterativa (Kolirin se recrea en la suerte y peca de enfático) y se atasque en algún momento, hay que descubrirse ante su humanidad, más llamativa si se considera que el director y guionista es israelí. Hay secuencias muy brillantes, como la de la llegada de la banda al aeropuerto.

Los dos protagonistas tienen una química impresionante. Sasson Gabai ganó muy merecidamente el premio a mejor actor en los galardones del cine europeo. Ronit Elkabetz maneja a la perfección su personaje, una mujer llena de cicatrices con master en trigonometría.

Es un enorme acierto que la mayor parte de los diálogos sea en inglés, porque por un lado se logra una excelente metáfora político-social, y por otro se consigue que los personajes se expresen de una manera más impactante, más dramática y más esencial que si se hablasen en árabe o en hebreo.