Thai Life Insurance
Cuando el espectador escucha en vez de mirar descubrirá que la música de todos los anuncios de Thai Life Insurance está cuidada y creada con maestría.
Son un clásico en las redes sociales. Son casi un género aparte dentro de la publicidad audiovisual. Me refiero a los anuncios de Thai Life Insurance, la compañía de seguros tailandesa. Es probable que quien esté leyendo esto haya visto esos vídeos en las redes sociales pero no sepa ni que son tailandeses -aunque sospeche que se trata de algún país de esas latitudes- ni que son publicidad de una compañía de seguros de vida. Pero si le digo que siempre son historias de dos o tres minutos que es casi imposible ver sin derramar alguna que otra lágrima, seguro que ya sabe de qué estamos hablando.
No son espectaculares, porque suelen ser historias de gente más bien humilde a la que vemos en su ambiente: casas modestas, calles caóticas y un poco sucias… nada de glamur. Dicha ausencia de glamur no oculta la alta calidad con que están realizados: encuadres, iluminación, movimientos de cámara, uso del tiempo, interpretación de los actores y, por supuesto, la música. Casi nadie se fija en detalles como el instrumento elegido, el modo, la tonalidad, las cadencias, pero cuando el espectador escucha en vez de mirar descubrirá que también la música está cuidada al máximo y creada con maestría.
Diegética y no diegética
Fijémonos, por ejemplo, en la elección entre música diegética y no diegética. Encontramos diversas soluciones, siempre muy eficaces. Que será será consiste en un grupo de niños minusválidos cantando ante un público formado por sus madres, con un acompañamiento sencillo por parte de una pianista. Acaba la canción y acaba el anuncio. Más sencillez imposible, pero la canción escogida es perfecta para un anuncio de seguros de vida. En el momento preciso, un plano de detalle del vientre hinchado de una de las madres. ¿Qué será? Porque, efectivamente, nunca sabemos qué será, y por eso hay que estar prevenidos. Los niños desafinan bastante, la pianista no es ninguna virtuosa, pero, ¿funcionaría mejor la versión original cantada por Doris Day? Está claro que no. El cruce de miradas entre niños y madres y el hecho de que al principio no se muestre que son minusválidos provoca inevitablemente una reacción muy emotiva en el espectador.
Los anuncios son creados por la delegación de Ogilvy & Mather en Bangkok. Su director, Phawit Chitrakorn, cree que la clave del éxito está en conocer bien al público principal: los tailandeses. Los buenos sentimientos, la emotividad, funcionan especialmente bien con los tailandeses. ¿Por qué? «Thai» significa «libre». Tailandia nació porque los thais se hartaron del yugo imperial chino. Después, fueron capaces de mantener su independencia y se libraron de la comunistización de Indochina y alrededores. No hay el resentimiento y el odio a Occidente que se ve en muchos de los habitantes de los países que rodean a Tailandia. Emotividad, sentimientos… en ese caldo de cultivo es imposible que funcionen anuncios que no cuiden con esmero la parte musical.
El citado Que será será es pura música, pero la música está también muy presente de entrada. El anuncio del joven de modesta condición que no desaprovecha ninguna ocasión de hacer algo por los demás se titula Unsung hero. La historia de la enferma de cáncer terminal que es capaz de salvar del desastre a tres niños abandonados es Melody of Life.
Un violín chino que dio la vuelta al mundo
Quizá el primer gran éxito fue Everlasting Love, que data de 1999. La música juega aquí un papel fundamental. Sobre todo, la combinación entre lo diegético y lo no diegético, pero también en otros elementos del lenguaje musical. El guion tiene un cierto suspense: nos cuenta la historia real de un anciano describiendo su aparentemente incomprensible vida. Todos los días prepara una sopa, la pone en un termo, coge un èrhu (el violín chino de dos cuerdas) y emprende una larga caminata. El instrumento que suena es un piano. La melodía es poco expresiva. Cuando empieza la caminata empieza a sonar un clarinete y hay un cambio que le dice a nuestro subconsciente que la explicación a esa extraña vida nos va a gustar. En el desenlace final, el èrhu toma el relevo del clarinete y la melodía da un salto dramático de una octava justo en el clímax, ni medio segundo antes ni medio segundo después.
No sería lo mismo con ningún otro instrumento. El violín occidental no tiene esa suavidad como sedosa, esa dulzura tan idónea para expresar el amor puro.
Otra obra maestra es Silence of Love. Quizá es la mejor en cuanto a la combinación entre pasado, presente y futuro. Esa combinación, además de ayudar a contar tantas cosas en tan poco tiempo, ayuda a que la música exprese perfectamente la evolución del drama. Como de costumbre, el instrumento base es el piano, pero aparece también, por exigencia del guión, el violoncelo, muy poco habitual en otros anuncios de Thai Life Insurance. El modo, por supuesto, es menor, pero lo que más contribuye a la brillantez de la música es el ritmo y la melodía, que consiguen expresar maravillosamente esos momentos de la vida en que nos sentimos en un callejón sin salida. Una cadencia rota en el momento más trágico de la narración es una nueva prueba de que los que componen música para estos anuncios publicitarios conocen perfectamente su oficio.
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