La zona gris: La dignidad humana frente al instinto de supervivencia

Hay acontecimientos de la Historia que dan para contar cientos de películas, y uno de ellos es el holocausto judío. La zona gris tenía un buen material de partida como era la novela Auschwitz: Experimentos médicos del Dr. Miklos Nyiszli. Sus páginas, basadas en hechos reales, albergaban sin duda gran cantidad de componentes para lograr una buena película; algunos de ellos quedan bien reflejados en la cinta. En La zona gris nos encontramos ante una situación límite como fueron las terribles vivencias en el campo de concentración de Auschwitz. Y los protagonistas poseen sin duda gran interés al tratarse de los componentes de una de las trece Brigadas Especiales de prisioneros judíos, creadas por los nazis para ayudarles a exterminar a sus compañeros judíos a cambio de unos meses más de vida. Está narrada sin grandes alardes presupuestarios ni visuales, eso sí, correctamente recreada en sus apartados de diseño de producción, sonido y fotografía; pero a pesar de todo… algo falla.

Al director se le escapa la historia entre los dedos, al no saber por dónde agarrar su multitud de posibilidades. Al no centrarse en una sola línea comete el error de diversificarse. El guión tarda mucho en presentar a los integrantes del Sonderkommando número doce, un grupo de hombres judíos dedicados a la horrible tarea de colaborar con los nazis y que poseían privilegios impensables para el resto de los prisioneros. Al ser muchos los protagonistas, esta presentación se hace larga y por ello cuando ocurre lo que se supone es la parte central de la película (la inclusión de un hecho extraordinario que tiene como protagonista a una niña judía) éste se produce muy tarde, dejando una sensación de no haber sido suficientemente aprovechado ni desarrollado.

El continuo solapamiento de personajes principales perjudica a la película. Si la comparamos con un ya clásico del cine como es La lista de Schindler podemos recordar cómo en esa película Spielberg personaliza, y va a hacer girar toda la historia del Holocausto en un solo personaje principal: Oskar Schindler, al que presenta como mujeriego y empresario sin escrúpulos en apenas un par de escenas.

Igualmente otra de las carencias de La zona gris es su paisaje humano. Los muchos extras que forman las riadas de judíos exterminados aparecen en pantalla como personajes de cartón piedra, mientras, y sigo con la comparación, uno de los más grandes logros en La lista de Schindler es la fuerza de sus multitudes humanas, y aquello no fue por casualidad, sino porque fueron dirigidos con pericia dándole una personalidad a cada uno de los cientos de extras anónimos.

El director Tim Blake Nelson es un director y actor joven con pretensiones artísticas y narrativas. Por ello en ocasiones cuenta episodios violentos con todo lujo de detalles pero en otras juega con el sonido y con el noble arte de la elipsis. Aún así, la película muestra en varias ocasiones un explícito carácter teatral, al resolver muchas de sus escenas con diálogos y no visualmente como correspondería al medio cinematográfico.

Como actor Blake ha trabajado en O» Brother o La delgada línea roja, y aquí ha sabido rodearse de prestigiosos compañeros como Harvey Keitel y Steve Buscemi, especialistas en alternar grandes producciones con films independientes; y a los cuales Tim Blake ha logrado dotarles de los mimbres necesarios para profundizar en los dilemas morales que se enfrentan en esta película, donde la dignidad humana choca con el instinto de supervivencia.

Ficha Técnica

  • Música: Jeff Danna
  • Vestuario: Marina Draghici
  • Fotografía: Russell Lee Fine
  • País: EE.UU.
  • Año: 2001

 

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Reseña
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Escritor de relatos de terror y misterio, y guionista de cine y televisión. Admirador de Ford, Kurosawa, Spielberg y Hitchcock, no necesariamente en este orden