The Trip

The Trip: ¡Que era una serie!

The Trip | Curioso experimento -entre hilarante y soporífero- que acusa demasiado su origen televisivo.

El dominical británico The Observer contrata a Steve Coo­gan para realizar una gira por los mejores restaurantes del país. Coogan piensa en hacer el viaje con su novia pero, ante la negativa de ésta, se ve obligado a aceptar la compañía de otro actor, un rival por el que siente una notable antipatía.

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Curiosa esta pieza, porque eso es más que una película, del polémico Winterbottom. La cinta tiene muchos elementos comunes con Entre copas, otra road mo­vie protagonizada por dos amigos/enemigos en ple­na crisis vital y con el tema culinario como telón de fon­do.

Pero en este caso, la historia se escora decididamen­te hacia un plano más experimental y teatral. Al margen de las cuestiones, interesantes pero simplemente es­bozadas, que aborda la película -la crisis de los cuarenta, la insatisfacción que produce una sexualidad va­cía o la sonrojante vanidad masculina que está en la base de la rivalidad varonil- el foco de interés apun­ta a la lucha de egos de los dos actores. Esto da lu­gar a un despliegue interpretativo sorprendente -la ver­sión a capella de un famoso tema de Abba es solo un ejem­plo- y a algunas escenas hilarantes, pero el ex­ce­si­vo acento en la pelea de gallos es también el culpa­ble de que la película se alargue, se empantane y aca­be siendo -casi insoportablemente- reiterativa.

Aunque quizás la culpa no es ni del guión ni de Win­terbottom, sino de la tendencia al reciclaje. Me ex­plico. En realidad, la película es una adaptación a la pantalla grande de una miniserie de 6 capítulos que el realizador británico estrenó en la BBC. O más que adap­tación podría llamarse recorte porque los dos productos se estrenaron el mismo año, en 2010. La miniserie duraba 170 minutos, la película 107. Con esto es­tá todo dicho. En todo momento eres consciente de que la película necesita un corte, y otro, y otro más. Que las cortinillas que van marcando los días, más que un fundido en negro, tendrían que llevar unos créditos y una breve sintonía musical. Que no entiendes por qué una situación se repite tres y cuatro veces. Que sí, que está bien, que los actores son estupendos, la fo­tografía también y los platos que aparecen ni te cuen­to… pero… te aburre.

Buscas en Google y lo entiendes todo. ¡Vaya -que no es­tá bien escribir tacos- si es que era una serie!