Pesadillas

Pesadillas: Terror juvenil

Años 1990, el  joven Harold Biddle fallece en extrañas circunstancias en el sótano de su casa, una bella mansión algo apartada del ¿pueblo? ¿ciudad? También desaparecieron sus padres. Treinta años después la casa solo sirve para que los alumnos mayores del instituto local celebren sus fiestas. La historia comienza con la fiesta de Halloween que ha organizado Isaiah y sus amigos del instituto. Los chicos tocarán algunos objetos que despertarán la maldición del difunto Biddle. Los cinco jóvenes afectados realizarán una investigación sobre la casa y sobre el accidente que provocó la muerte de Biddle. Descubrirán secretos de sus padres, que conocieron a aquel extraño chico.

Pesadillas es el nombre de una de las series de novelitas de terror infantil que escribió el norteamericano R. L. Stine en los años 1990. Fueron extremadamente populares. A medio camino entre Enid Blyton y Stephen King, Stine provocaba sustos a sus jóvenes lectores, pero su giro final siempre terminaba bien, procuraba alivio y arrancaba una sonrisa y un buen propósito (moraleja o minicatarsis) a sus lectores. Naturalmente ha generado series de televisión, infantiles o juveniles, y algunos largometrajes.

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La nueva adaptación, obra de Rob Letterman (autor de la película Pesadillas de 2015), es correcta, entretenida y tiene un par de problemas. En primer lugar las historias de la colección Pesadillas son muy breves, apenas un centenar de páginas de bolsillo, y están centradas en un solo personaje y en una sola línea de acción. Los episodios de las series televisivas no llegaban a la media hora. El tono siempre ha sido desenfadado, incluso en los momentos más terroríficos, como corresponde a su público. Esta serie cuenta una larga historia en la que intervienen diez personajes: los cinco adolescentes y sus padres, los que tuvieron que ver con Harold Biddle. El comienzo es prometedor, parece que cada capítulo va a estar destinado a uno de los jóvenes y a un elemento terrorífico de la historia, pero enseguida se juntan y la historia se alarga y se convierte en algo serio y terrorífico de veras. Con ello encontramos el segundo problema, no apto para pequeños y demasiado juvenil para mayores. Además, ninguno de los personajes es particularmente atractivo, tal vez porque hay un esfuerzo deliberado para equilibrar el reparto a la moderna: uno de piel oscura, otro de ojos achinados, uno gay… y ninguno que destaque.

Dicho esto, se trata de una producción cuidada. El misterio es interesante y está bien planteado. Arranca en 1990, época en la que se escribieron las historias. El guion incorpora los temas más queridos de Stine: la máscara, el muñeco, los gusanos… La producción es vistosa, tiene empaque y buenos efectos. Falta ver si encuentra su público.