8 adjetivos para la Gala de los Goya 2016
La Gala de los Goya 2016 explicada con adjetivos…
Sosa: Definitivamente Dani Rovira es mejor monologuista y actor que presentador. O quizás el problema no fue de él sino del guion. Reconozco que me reí con el chiste de los pactos de Goya y con la hilarante narración de la hilarante Ma Ma, pero exceptuando un par de chistes, el guion de la Gala resultó soso, plano, tosco en algunas ocasiones y casi nunca brillante.
Previsible: El palmarés no deparó demasiadas sorpresas. Truman había ganado los EGEDA, los CEC y los Gaudí y, sin ser una película redonda, había acumulado la mayoría de elogios de la crítica.
Generosa: Hubo premios para casi todos. Coixet y León de Aranoa, que se imaginaban llegando a casa con las manos en los bolsillos, pudieron llevarse codiciados cabezones. También se llevó premio la infumable Palmeras en la nieve (la Academia parecía premiar con estos galardones su éxito en taquilla).
Compuesta… y sin La novia: Que fue la gran perdedora. Sus dos Goyas dejaron un sabor agridulce, pero como dijo Cesc Gay, Paula es joven y le queda mucha carrera.
Joven… Los ganadores de los premios revelación fueron, con diferencia, los más acertados a la hora de recoger su galardón. Tanto Daniel Guzmán, como Miguel Herrán e Irene Escolar, aportaron emoción a una gala bastante plomiza y plana.
Vieja: No seré yo la que ponga ni un pero a Serrat, pero entre su actuación, el premio a Mariano Ozores, la alcaldesa septuagenaria, Vargas Llosa, la Presley y la referencia de Resines a los video-clubs parecía que los Goya, en lugar de 30 años, habían cumplido 90.
Política: No por las reivindicaciones de los actores, que van entendiendo que los Goya no son un mitin, sino porque la presencia de los candidatos a presidente del Gobierno hizo girar el interés de la alfombra roja 360 grados: lo de menos era el imponente Versace de Penélope… lo definitivo fue comprobar cómo le quedan las chaquetas a Pablo Iglesias.
Larga: Esto es un clásico, pero una Gala que se va a las cuatro horas no es una Gala, es un suplicio.
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