Antonio Ramos Espejo
Antonio Ramos Espejo compró una cámara a los Lumiére con la que rodó las primeras imágenes en Filipinas, muchas de contenido religioso gracias a los misioneros Agustinos Recoletos.
En el caso de Antonio Ramos Espejo, el adjetivo más apropiado para esta sección sería el de desconocido, más que el de olvidado, por dos motivos fundamentales: en primer lugar, porque la mayor parte de su labor cinematográfica la desarrolló en el lejano oriente, y en segundo lugar porque su papel fue el de empresario, poco dado por tanto a la cercanía de los focos y la popularidad. Sobre su importante papel en el desarrollo del cine en China, el doctor Juan Ignacio Toro Escudero ha realizado su tesis y asimismo ha codirigido, junto a Rafael Nieto, el documental Antonio Ramos Espejo. El amanecer del cine en China, coproducido por Oihana Olea y Guillermo Rojas para Altube Filmeak y Summer Films, respectivamente.
Nació en Alhama de Granada el 3 de mayo de 1878, en el seno de una familia acomodada debido a la condición de administrador de su padre, que trabajaba para un marqués. Con apenas seis años, la familia al completo (eran seis hermanos) abandonó la localidad tras un devastador terremoto en plena Navidad, que acabó con el 60% de las casas de Alhama. No fue la última mudanza de Ramos Espejo, que en 1896, con 18 años, partió en un barco con destino a Manila, donde llegó casi un mes después. En Filipinas los insurgentes de Katipunan luchaban por la independencia pero, por fortuna, no fue destinado al frente sino a labores de oficinas. Poco antes de la independencia, fue testigo de la llegada al archipiélago de un nuevo invento, el cinematógrafo, y de cómo el tagalo importó del castellano las palabras asociadas al nuevo arte: “sine”, “pelikula”, “aktor”, “artista”, “direktor”, “entrada”, “eksena”, y “ekspektakulo”, entre otras.
Antonio Ramos Espejo compró una cámara a los Lumiére con la que rodó las primeras imágenes en Filipinas, muchas de ellas de contenido religioso gracias a la participación de los misioneros Agustinos Recoletos, con los que recorrió diversos puntos del archipiélago para proyectar pequeñas películas destinadas a evangelizar. Poco después de que España perdiera este territorio de ultramar, decidió instalarse en Shanghai, una de las mayores ciudades del mundo y donde, además de establecer contacto con la comunidad española, formada por artistas, intelectuales y emprendedores, se forjó un nombre como destacado empresario cinematográfico hasta devenir en magnate de la incipiente industria del cine. Todo comenzó tras abrir en Shanghai el primer cine en China, bautizado con el nombre de Colón. Tal como se indica en el documental, también contribuyó a sacar el cine de las barracas y llevarlo al teatro mediante la introducción de ciertas normas como el apagado de la luz, los asientos individuales y la prohibición de comer en la sala; sin embargo, durante un tiempo el suelo siguió siendo de tierra y las proyecciones, defectuosas.
El cine Victoria fue considerado el primero de categoría europea por su calidad y su coqueta decoración. Testigo de la excelencia de sus cines fue el prestigioso escritor Vicente Blasco Ibáñez, que llegó a afirmar: «Antonio Ramos Espejo es dueño de las mejores salas de cinematógrafo que existen en esta capital del placer». La cadena se extendió también a otras importantes ciudades como Macao y Hong Kong, imitando el modelo de los más populares de Europa y EE.UU.
El éxito empresarial le permitió prosperar económicamente en poco tiempo y convertirse en un potentado hombre de negocios y poseedor de un palacio en el que residía con su hijo Julio y su esposa, Rosa Mazurofsky Gurevich, rusa de origen judío y exiliada tras el triunfo de la revolución de octubre. Antonio Ramos Espejo decidió expandir su negocio y no limitarse a las salas de cine: se introdujo en el floreciente sector inmobiliario, construyó un estudio cinematográfico y apostó por la producción de películas, lo que posibilitó la aparición y formación de cineastas chinos que rodaron películas de temática local.
Este emprendedor granadino se convirtió en una figura fundamental en los inicios del cine chino en su condición de productor, distribuidor y exhibidor. Pero no todo iba a ser un camino de rosas. En Estados Unidos estaban muy recelosos por estrenar en sus salas de Shanghai antes que en algunas capitales occidentales, como fue el caso de The Kid, de Charles Chaplin, que los espectadores chinos pudieron ver antes que en Londres, y, principalmente, porque le acusaban de proyectar algunos títulos sin tener los derechos, como al parecer sucedió con Las dos tormentas, de David W. Griffith. Este conflicto estaba asimismo motivado por el deseo de los norteamericanos de entrar en ese mercado y se enconó de tal modo que desembocó en el asesinato de un gran amigo de Ramos Espejo (además de socio y gerente de su compañía), Bernardo Goldenberg, nacido en Singapur, de origen judío y nacionalizado español. El crimen nunca fue esclarecido pero la sospecha de su autoría siempre recayó en agentes de la, por entonces todopoderosa, United Artists, compañía fundada por cuatro grandes nombres de la Historia del Cine, los citados Charles Chaplin y David W. Griffith, además de Mary Pickford y Douglas Fairbanks. Este luctuoso hecho desencadenó que, tras vender sus numerosas propiedades y cines, Antonio Ramos Espejo decidiera abandonar China en 1927. Fue entonces cuando emprendió el camino de vuelta, compró terrenos en su localidad natal, Alhama de Granada, y se mostró especialmente generoso con sus vecinos, como se relata en Antonio Ramos Espejo. El amanecer del cine en China.
En Madrid prosiguió con su actividad en el sector inmobiliario y, dado el recuerdo de los buenos tiempos como propietario de cines en Shanghai, se embarcó en la construcción del más lujoso en la calle más moderna de Madrid, la Gran Vía. Así fue como en 1930 surgió el cine Rialto. Catorce años después murió Antonio Ramos Espejo, envuelto en un olvido prolongado hasta hace bien poco, cuando Juan Ignacio Toro Escudero se instaló en China para dedicar varios años a seguir su rastro, dedicarle una Tesis Doctoral y, más recientemente, en compañía de Rafael Nieto, rodar un documental donde se cuenta su apasionante historia. Lo más paradójico del caso es que, a diferencia de lo que sucede en España, en el mismo barrio de Shanghai donde levantó el cine Colón existe un busto de este empresario cinematográfico y un pequeño espacio dedicado a su memoria.