Mongol: El origen del mito

Con sólo 20 millones de dólares de presupuesto y un sentido de la épica que remite a la vieja escuela, el ruso Sergei Bodrov se propone contar los orígenes del héroe asiático medieval por excelencia, aquel mongol a quien apodaron Gengis Khan. Al principio de la cinta, sin embargo, sólo lo conocemos bajo el nombre de Temudgin, un niño de únicamente nueve años, hijo de un modesto jefe de clan. Los pasos que dará Temudgin desde su humilde cuna hasta convertirse en la figura mítica que consiguió unir a todas las tribus de Mongolia para conquistar medio mundo es lo que nos cuenta el filme, y para ello se ha dejado más bien de lado la versión histórica oficial para tomar como base un antiguo poema que data del momento posterior a la muerte del Khan. Más o menos lo mismo que hizo Anthony Mann con el Cantar del Mío Cid.

De buenas a primeras habría que aplaudir a Bodrov por su ambición a la hora de querer devolver al cine épico el sentido de espectáculo tangible que prácticamente murió con David Lean. La manera en la que saca partido de las impresionantes localizaciones reales de la meseta centroasiática y de los centenares de extras que utiliza en las batallas ya justifican el precio de media entrada. La otra mitad sale un poco más cara, porque no se entiende tanto esfuerzo logístico por no incurrir en los pecados hollywoodienses en las producciones de este tipo para luego caer en los mismos desatinos de guión y gusto excesivo por la hagiografía a los que nos tienen acostumbrados los biopics históricos que nos llegan desde el otro lado del charco.

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El propósito que persigue el realizador y guionista es contarnos como un hombre que vive casi en permanente estado de cautiverio y tortura desde su infancia, llega a la conclusión de que la única manera que un pueblo tan bárbaro y sanguinario como el mongol se haga fuerte es unirlo bajo el mandato de un único jefe y legislarlo de acuerdo al mismo código ético básico. Hasta ahí nada que objetar. El problema es que se narra la evolución del héroe en base a unas elipsis demasiado forzadas, y se abusa tanto de aspectos mitológicos y sobrenaturales para justificar hechos y situaciones extremas que todo acaba resultando muy poco realista y simple. No es que el conjunto no sea digno, que lo es, pero es imposible no lamentar al final que Bodrov haya tirado en tantas ocasiones por el camino fácil a la hora de armar su historia cuando luego le ha puesto tantas ganas y exquisito gusto artesanal a la hora de rodarla.

Oportunidades tendrá el realizador y guionista de enmendar sus errores: Mongol ha sido anunciada como la primera parte de una trilogía dedicada a la figura de Gengis Khan.

Ficha Técnica

  • Kazajstán, 2007
  • Rogier Stoffers, Sergei Trofimov
  • Valdis Oskarsdottir, Zach Staenberg
  • Toumas Kantelinen
  • Karma Films
  • 126 minutos
  • Jóvenes
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