Relaciones confidenciales: Por el bulevar de los sueños rotos

En sus días de gloria, Eli Wurman (Al Pacino) fue un afamado relaciones públicas que trató con importantes figuras del mundo de la cultura y el espectáculo. Hoy, malvive de las rentas gracias al último cliente importante que le queda, un galán de cine que triunfó en los setenta y que ahora mezcla sus aspiraciones políticas con una azarosa vida personal. Un autoparódicoRyan O´Neal da vida a este personaje.

La segunda película de Dan Algrant (Desnudo en Nueva York) es un afilado (y afinado) drama sobre unos individuos (políticos, empresarios y estrellas del cine y la TV), que han alcanzado el éxito profesional pero que andan colgados y perdidos en una jungla de vanidades. La acción transcurre en Nueva York, sí, pero sólo hace falta darse un garbeo por algunos programas de nuestras televisiones para darse cuenta que el reverso de esos anhelados quince minutos de fama es igual de tenebroso en los EE.UU. que en la piel de toro.

El guión aborda una historia de perdedores que rebosa amargura pero que se hace más llevadera gracias a los irónicos diálogos y, sobre todo, al personaje de encarnado por un -por fin- contenido y convincente Pacino, avejentado, pequeño, perdido, mezquino. A pesar de llevar una vida esclavizada por los ansiolíticos, el actor le dota de una pizca de ternura y de mucha profundidad. Saben a poco las fugaces pero brillantes apariciones de dos actrices excelentes. Téa Leoni borda a la estrella de la televisión que arrastra a Wurman a un peculiar viaje de antihéroe (la escena en la suite de lujo que alberga un fumadero de opio parece sacada de un mal sueño). Kim Basinger (nunca ha estado más bella que ahora, cumplidos los 50) encarna a la cuñada de Wurman, una presencia angelical que simboliza el último tren para la redención.

Relaciones confidenciales es un drama que coquetea con el thriller (hay un crimen a lo Único testigo pero con una original y tremenda vuelta de tuerca). Aunque se pierde un poco cuando entra en la trama de las corruptelas políticas, no deja de ser un retrato lúcido y áspero sobre el vacío existencial de aquellos que lo tienen todo. La música, a ritmo de jazz, impregna de melancolía los rincones de la Gran Manzana. Por allí caminan un puñado de individuos, muñecos a la deriva que dan tumbos por el bulevar de los sueños rotos.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Peter Deming
  • Montaje: Suzy Elmiger
  • Música: Terence Blanchard
  • País: EE.UU.
  • Año: 2003
  • Distribuidora: Filmax
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