Señor: Una señora película

· Señor | Creo que la película es hermosa y que su realismo es encomiable, tanto que me recuerda el talento de Kar Wai en In the Mood for Love.

Rohena Gera, nacida en India, formada en Stanford y en Sarah Lawrence College junto a Nueva York. Había hecho un documental sobre matrimonios concertados, mirando el asunto con dolor. Guionista para un montón de series indias. En su primer largo de ficción, que escribe y dirige con 42 años (ahora tiene 45), me deja con la boca abierta.

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Porque la historia es muy buena y, más aún, porque está muy bien contada. Las estrategias de comunicación no verbal son muy inteligentes. El melodrama romántico es un género muy complejo, especialmente cuando quieres que lo que has hecho no se convierta en una fábula o un culebrón. Gera logra un relato ameno, que se sigue con mucho interés, en buena medida porque no hay didactismo, ni pintoresquismo (ese del que abusan los indios y también los occidentales cuando ruedan en la India y aledaños). Gera maneja un diseño de producción indio con una fotografía y un montaje europeos que aciertan en las localizaciones, que equilibran y oxigenan una película que podría enclaustrarse y sabe salir a la calle con medida, de forma coherente con la trama.

Dos actores maravillosos (sobre todo ella) conducen una historia agridulce que tiene en los elementos de repetición de una vida convencional una oportunidad que -pudiendo ser una trampa- se convierte en la puerta para lograr un ritmo y un tono de una belleza cautivadoras.

El espacio de un apartamento sirve para pintar emociones con una mano firme que conoce la importancia del espacio, del espacio que hay entre un hombre y una mujer, separados por el demencial sistema de castas de un país enorme, sí, en el que la dicotomía campo-ciudad es decisiva. Un hombre y una mujer que comparten el anhelo de soñar que las cosas no tienen por qué ser así.

Gera no es tonta ni ingenua y sabe que está contado la historia de una empleada de hogar, que sueña con ser modista. Maneja los conflictos internos y los arcos de los personajes con mucha inteligencia y sutileza (esa secuencia del espejo del cuarto del señor, la prueba del vestido, el diálogo posterior: dan ganas de parar la película y aplaudir).

Quien lea esto podría interpretar que Señor es un bonito cuentecito. A mí no me lo parece. Creo que la película es hermosa y que su realismo es encomiable, tanto que me recuerda el talento de Kar Wai en In the Mood for Love (especialmente en la manera de medir el tempo emocional, en la importancia de la comida, en la ropa). Obviamente Señor no tiene la foto increíble de Doyle ni la música asombrosa de Umebayashi. No he enloquecido, pero veo una primera película en la que conciben los in between con una destreza llamativa.

La sabia manera de rodar la visita a una tienda de telas, la relación de Ratna con la amiga empleada como ella en una casa de personas adineradas, el empeño por ayudar a su hermana, el espontáneo baile a las afueras de una lujosa torre de apartamentos en Bombay brilla y encanta. Pero los movimientos de la joven viuda Ratna por el apartamento, la manera de ajustarse el sari, los discursos mudos que salen de sus ojos son un poema, la manera en que calla y espera… De los mejores poemas visuales estrenados en 2019.

[perdonen este desahogo: se puede escribir una crítica sin contar tres cuartos de película. No tengo derecho a estropear las proyecciones a los que me leen]

Ficha Técnica

  • Fotografía: Dominique Colin
  • Montaje: Jacques Comets
  • Música: Pierre Aviat
  • Duración: 99 min.
  • Público adecuado: +12 años
  • Distribuidora: Surtsey
  • India, Francia (Sir), 2018
  • Estreno: 27.9.2019
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