Parade’s End: No es novela para serie
Si algo caracteriza a esta novela es su estilo fragmentario y elíptico.
Generar demasiada expectación entraña riesgos. Cuanto más alta, más fuerte puede ser la caída. Los productores de Parade’s End, la británica BBC y la estadounidense HBO, presentaban la adaptación de la tetralogía de novelas de Ford Madox Ford como la miniserie definitiva sobre el final de la era eduardiana, basada en la “obra cumbre” homónima de la literatura inglesa del siglo XX. Y esto porque tenía que competir, por doble partida, con otra serie de la misma época, Downton Abbey, producida para ITV y PBS. Así, Parade’s End era una serie intelectual y trascendente, mientras que Downton Abbey, un culebrón histórico.
Partiendo de la premisa de que ni Ford Madox Ford ni su tetralogía son exponentes literarios incuestionables, tratar de contener casi mil páginas en cinco capítulos es complicado. Stoppard (El imperio del sol, Shakespeare in love, Anna Karenina), a quien se encargó el guión, decidió centrar la trama en el triángulo amoroso entre el aristócrata Christopher Tietjens -el último conservador, un intelectual exitoso-, Sylvia, su esposa infiel y católica, y la joven sufragista Valentine Wannop; y excluir la mayor parte de la cuarta novela para hacer la historia inteligible, además de salpimentar el conjunto con algunas escenas de sexo y desnudos gratuitos. Todo esto, en detrimento de la crítica social a una Europa en guerra y una Inglaterra cuyo sistema social se desmoronaba… y en beneficio del culebrón.
Para colmo, si algo caracteriza a esta novela es su estilo fragmentario y elíptico (muy moderno para 1924, época en que se escribió): los cambios de tiempo y de orden, la mezcla entre el pensamiento y la realidad, la narración a base de retazos de conversaciones, símbolo de la ruptura de ese orden establecido. Toda esta confusión se traslada con pulcritud eduardiana a la serie, de manera que resulta muy complicado seguir las evoluciones de los personajes y todo adquiere un aire artificioso e irreal.
El celuloide aguanta menos que el papel las ínfulas intelectualoides. ¿Cómo creer que un hombre como Tietjens cayera en las garras de Sylvia de una manera tan poco elegante?, ¿cómo sostener la persistencia en la infiel fidelidad de Sylvia?: “Soy una mujer que intenta desesperadamente recuperar a su marido”.
“Corruptio optimi, pessima”. Al cabo del primer capítulo ya no queda ni historia, ni apenas evolución en los personajes, que sobreviene en las escenas finales como por ensalmo. El problema fundamental de la miniserie Parade’s End, es que Parade’s End no es novela para serie. La adaptación fílmica no aguantaría la prueba de la página 99 del propio Ford Madox Ford.
Dicho esto, la ambientación es soberbia, desde el primer minuto, con el plano picado y el travelling de la habitación de Sylvia preparada para la boda, hasta el último. El director de fotografía lo fue de la miniserie Jane Eyre, de White, y de la reciente The selfish giant, de Clio Barnard, y sabe lo que hace. El vestuario y la decoración son fastuosos. La serie ha gozado de un elevado presupuesto de 12 millones de libras, con más de 170 localizaciones y sets de grabación, en Kent, Dorton House, la iglesia de St. Thomas Becket, Freemasons’Hall, en Londres; Duncombe Park, en North Yorkshire; y Bélgica. Y Susanna White no es una novata en las adaptaciones literarias de época (Bleak House, de Dickens, o Jane Eyre, de Charlotte Brontë).
También es una deliciosa tortura ver a Cumberbatch en su papel sufriente de marido cornudo y apaleado, mermado por la guerra y por el ostracismo pero decente e íntegro, fiel a una tradición en ruinas; opuesto por completo al del perspicaz y extravagante Sherlock. Stoppard se ha encargado de recalcar que había pensado en el actor mucho antes de que la serie del detective lo hiciera famoso. Lo que no tiene perdón es el color oxigenado del pelo.
Ahora bien, si alguien borda su papel es Rebecca Hall como torturadora Sylvia: infiel, veleidosa, arbitraria y exasperante hasta el desmayo -del espectador-. Rebecca, católica, adúltera e impía en todos los sentidos, como impío, adúltero y católico era el propio Ford Madox Ford, que tampoco se divorció ni fue fiel a su matrimonio con Elsie Martindale. En el personaje se retrata el autor, que debía tener una visión crítica de la Iglesia, a juzgar por el tratamiento ridículo de los personajes religiosos. La australiana Adelaide Clemens no está mal en su encarnación pura del sueño idealista de progreso, y brilla sobre todo en la escena de la niebla, una de las más bellas y logradas de la serie.
Ficha Técnica
- Creador: Damien Timmer, Susanna White,
- Guion: Tom Stoppard,
- Intérpretes: Rupert Everett, Miranda Richardson, Benedict Cumberbatch, Jack Huston, Rebecca Hall, Anne-Marie Duff, Roger Allam, Janet McTeer, Adelaide Clemens, Frederick Fox, Sasha Waddell,
- País: Reino Unido, 2012
- Dirección: Susanna White
- Argumento: Adaptación de la novela de Ford Madox Ford
- Producción: BBC, HBO
- Duración: Miniserie de 5 capítulos de 60 minutos
- Emisión: BBC Two, 24.8.2012; HBO, 26.2.2013
- Emisión en España: Filmin (www.filmin.es)
- Público adecuado: +18 años (X-)