Creatividad, S.A. | En el último siglo se han hecho verdaderos esperpentos en nombre de la creatividad. Con bastante humor, el cine contemporáneo ha fusilado esa pedantería vacua en películas recientes tan aclamadas como The Square, de Ruben Östlund, La gran belleza, de Paolo Sorrentino, o en buena parte de la filmografía de Woody Allen.
En 2014, Ed Catmull (Virginia, 1945) tenía la ventaja de no ser creativo sino científico informático, además de presidente de Pixar y Disney en los mejores años de la productora y también en los de cierta crisis de ideas motivadas por la fusión, los problemas con John Lasseter y una cierta rutina de la genialidad.
En este libro se detalla con lenguaje claro y ameno el proceso de construcción de una obra maestra, sin desdeñar el talento imprevisible de los autores pero poniendo el énfasis en el trabajo en equipo. Es luminosa la anécdota sobre el día en que al gran Steve Jobs se le animó a no asistir a determinadas reuniones de responsabilidad creativa. Catmull sabía perfectamente que Pixar no hubiese existido sin Apple, pero también era consciente que el genio informático no tenía el talento del trabajo en equipo y el diálogo. Finalmente, Jobs accedió atendiendo a las razones del argumento. Este ejemplo muestra la capacidad del autor para solucionar problemas que parecen imposibles de resolver, de convencer con pocas palabras.
A lo largo del libro se aportan modos de trabajar muy valiosos como la invención del Brain Trust, un grupo de directores y guionistas veteranos que ayudan a otro realizador en medio del proceso creativo. Entre ellos estaban cineastas del prestigio de Lasseter, Andrew Stanton, Brad Bird o Pete Docter. La clave era que su asesoramiento no tenía autoridad para cambiar ni una coma del guion: era un consejo desde fuera que servía al realizador para considerar si la orientación del proyecto era la más acertada.
Es brillante la explicación de cómo se reconstruyó Toy Story 2 en un tiempo récord para evitar ser una secuela más, un producto menor de la animación al estilo Disney. El cambio supuso elevar el listón y no permitir obras mediocres. Catmull no duda en apuntar la dificultad para no entrar en bucles e inercias basándose en el éxito de fórmulas pasadas. Los consejos que propone son novedosos y atienden a humanizar la producción audiovisual. Esa misma delicadeza que muestran las obras maestras de Pixar como Up, Wall·E o Monstruos S.A. se intenta impregnar desde el momento en que la criatura empieza a andar (muy ilustrativo el ejemplo de la Bestia Hambrienta y el Niño Feo para definir el trato artesanal que merecen las ideas más rompedoras).
Acostumbrados a retratos selváticos sobre la industria del cine, el libro aporta un optimismo crítico muy necesario. Se reivindica la excelencia basada en el trabajo exigente individual y la importancia de saber usar el grupo como multiplicador de la originalidad.
Creatividad, S.A. Cómo llevar la inspiración hasta el infinito y más allá
Ed Catmull
Penguim Random House. Barcelona (2014)
363 páginas. 18,90 €