Ancora Lucciole, de María Elorza

Ancora Lucciole: Dilema

· El documental Ancora Lucciole se alimenta de un pasado que nunca se olvida. El paso del tiempo acapara un relato que, por otro lado, se empapa de cinefilia.

En Aún luciérnagas (Ancora Lucciole), de 2018, María Elor­za se inspira en el artículo de Pier Paolo Pasolini Lu­ciérnagas, que convierte en imagen un mundo en extinción, fijando un trabajo que sigue la línea de Gure Hor­mek (2016), filmada junto a Maider Fernández, dentro del colectivo «Las chicas de Pasaik».

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Elorza regresa al universo familiar y recoge testimonios de su abuela, Purita Urbina, quien enamora a la cá­mara, con una presencia extraordinaria. «¿Te acuerdas de las luciérnagas?», pregunta la directora, escarbando en sus recuerdos: «tenían luz, el mundo no era distinto antes, lo que ocurre es que pasábamos más hambre», le res­ponde cariacontecida.

El documental se alimenta de un pasado que nunca se olvida. El paso del tiempo acapara un relato que, por otro lado, se empapa de cinefilia. La cámara de la cineasta vitoriana cuida la imagen, regalando momentos de pura emoción. La luz que genera ese gusano expande su luminosidad y se funde con la que configura esa invasión de móviles encendidos en una sala de cine.

O ese otro precioso instante, captado sutilmente, en el que Elorza concede protagonismo al público/receptor de la obra, iluminando el perfil de un grupo de asistentes, por tanto, protagonistas de esa comunicación que es­tablece la magia del cine.

María Elorza forma parte por segunda vez del catá­lo­go Kimuak, que acaba de cumplir 20 años. Anteriormen­te, fue con la citada Gure Hormek y ahora integra una se­lección muy notable que confirma el sello de calidad de esta distribuidora, que se erige como un auténtico ar­chivo fílmico, fundamental en la historia del cortome­tra­je español.

Ancora Lucciole reafirma igualmente la trayectoria -muy completa e interesante- de una cineasta que eleva a categoría artística los recuerdos y añoranzas desprendidos del paso del tiempo, ofreciendo una pieza que es pu­ro deleite.