Betty Anne Waters

Betty Anne Waters: Hermana coraje

Tony Goldwin rueda de manera plana un biopic con historia suficiente para ser mejor película.

Betty Anne y Kenneth Waters son dos herma­nos. Las dificultades que han sufrido en la­ infancia les han hecho unirse y quererse en­trañablemente a pesar de que sus caracte­res son muy diferentes. Cuando Kenneth es­ condenado a cadena perpetua por un ase­sinato, Betty Anne, convencida de su ino­cen­cia, decidirá sacarle de la cárcel por to­dos­ los medios. Entre otras cosas, estudia­rá la­ carrera de Derecho en un tiempo ré­cord pa­ra defender a su hermano.

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To­ny Goldwyn (El último beso) dirige un thri­­ller jurídico basado en un durísimo caso real­ que conmocionó a la sociedad americana­ en 2001. La cinta entronca directa­mente con títulos como Erin Brockovich o in­cluso En el nombre del padre, grandes pelí­culas que arrancan de historias con la sufi­ciente fuer­za como para llenar dos horas de­ cine.

En el caso de Betty Anne Waters, la histo­ria tiene fuerza y el carácter de la protago­nis­ta se merece, desde luego, una película.­ Sin embargo, la rudimentaria realización de­ja a la cinta muchos pasos por detrás de las­ citadas anteriormente. Goldwyn rueda su­ película como si se tratara de una tv movie­, con un ritmo plano y, en este sentido, hay­ decisiones que no se entienden en un pro­ducto destinado a la gran pantalla. Por e­jem­plo, la excesiva lentitud del arranque o la­ escasa atención que se le presta a la pues­ta en escena en algunos momentos. Es­ta­ sencillez unida a la falta de originalidad co­n­vierten a la película en un producto sin de­masiada garra (siempre pensé que la cinta había durado más de dos horas y no llega a 110 minutos), excesivamente predecible y que parece construido a partir de reta­zos de otros títulos mayores.

Quienes salvan los muebles y a la película son Hilary Swank y Sam Rockwell, dos es­tupendos actores que recrean con convicción la emotiva relación que existía en la vi­da real entre los dos hermanos.