El viento se levanta: De aviones y sueños

El viento se levanta. Miyazaki rompe con su discurso habitual y nos ofrece uno lleno de sueños e inquietudes; abandona la fantasía en pos de una historia adulta, triste y bella 

Hacer una crítica sobre la obra más reciente de Hayao Miyazaki no es una labor sencilla. En primer lugar, por la polémica servida en Japón en tor­no al “presumible antipatriotismo” del discurso del metraje. En segundo término, porque es una ta­rea titánica hablar del filme sin revelar la trama y, en última instancia, por el profundo punto de in­flexión que la obra tiene en sí misma con respecto al conjunto del trabajo del cineasta.

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Este giro se hace mucho más palpable si tenemos en cuenta que el filme precedente fue Ponyo en el acantilado, una película en la que Miyazaki re­tornaba a la sencillez y que, a pesar de sus bondades, tenía una serie de problemas narrativos. Aho­ra bien, con El viento se levanta no es solo que el autor vuelva a sus altos estándares de complejidad narrativa, sino que introduce toda una serie de nuevos elementos con los que no había trabajado hasta la fecha. El más llamativo, sin duda, es el abandono de la linealidad narrativa; es decir, aquí no se cuenta un período concreto de la vida del personaje sino que se relata su historia desde la infancia hasta la edad adulta. Esto provoca que, en el primer tramo de la película, las transiciones tem­porales parezcan algo forzadas para luego ir trans­formándose en un flujo bellamente tratado, en el que se juega de forma magistral con la dosificación de la información.

Un canto a la paz

Con The Wind Rises, Miyazaki ha conseguido tra­ducir en imágenes algunas cuestiones que le rondaban desde antaño, como la inclusión del gran terremoto de Tokio de 1923 -evento propicia­to­rio del encuentro entre Jirō, el protagonista, y la bella Naoko-, el retorno a las temáticas aeronáuticas y bélicas que tan profusamente ha trata­do en su faceta como autor de manga, o la reflexión sobre la guerra. Sin embargo, estos dos úl­timos elementos no deben conducirnos a error: la última obra de Miyazaki no es un film bélico; tal y como suscribe el autor, es una obra pacifista.

Evidentemente, al tratarse de la historia ficcionada del creador del avión Zero, Jirō Horikoshi, El viento se levanta (The Wind Rises) aborda de forma muy subrepticia los acontecimientos previos de la Segunda Guerra Mun­dial, centrando el énfasis del discurso en la expresión de un sueño roto, del sueño quebrantado del protagonista de convertirse en alguien ca­paz de levantar y mejorar con su esfuerzo su pro­pio país; un sueño que es aniquilado por aquellos que ostentan el poder. El film comienza con un sueño del Jirō niño pilotando su primer diseño de avión y finaliza literalmente con el último sueño del Jirō adulto cuando solo le resta “tratar de se­guir viviendo”. La expresión hace referencia al es­logan promocional que aparece en el póster del filme -«ikereba»- y que, por ende, hace alusión a la célebre frase de Paul Valéry que abre la pelícu­la: “Le vent se lève, Il faut tenter de vivre”, también en sintonía con el título y el trasunto de la obra.

Sobre la destrucción de ese sueño y sus consecuencias ya había hablado Miyazaki profusamen­te. No obstante, dada la repercusión de The Wind Ri­ses -unido al debate abierto en Japón por la reforma constitucional propuesta por el primer ministro Shinzo Abe- y teniendo en cuenta que es la primera vez que lo muestra de forma directa en la pantalla, el cineasta ha creído conveniente ha­cer pública una larga entrevista sobre la cuestión en la revista del Studio Ghibli, Neppū (viento caliente), en su número de julio. Si añadimos a esta ecua­ción que las narraciones japonesas sobre la Se­gunda Guerra Mundial tienden a omitir las implicaciones de las acciones del país en la contien­da, la polémica está servida.

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Esta crítica completa se publicó en la revista FilaSiete de septiembre de 2013, y si quieres leerla en su totalidad está recogida en el libro FilaSiete 25 años en 100 películas.

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NOTA DE VESTUARIO de El viento se levanta (por Mariam Vizcaíno)

 

Ficha Técnica

  • Montaje: Takeshi Seyama
  • Música: Joe Hisaishi 
  • Sonido: Tsukōji Kazama 
  • Dirección artística: Yōji Takeshige
  • Supervisión de animación: Kitarō Kōsaka
  • Producción: Toshio Suzuki
  • Duración: 125 min.
  • Público adecuado: +16 años
  • Estreno en España: 25.4.2014

Japón (Kaze tachinu), 2013. 

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