Ira de Titanes

Ira de Titanes: Perfecto cine de aventuras palomitero

Hades, dios de los infiernos, y Ares, el de la guerra, van a liberar a Cronos, el tiempo, padre de todos los dioses. De nuevo Perseo, el semidiós hijo de Zeus y de una humana, colaborará con los dioses para ayudar a los humanos.

Las cosas sucedieron así, en 1963 Ray Harryhausen marcó un hito con Los Argonautas y su habilidad para los efectos visuales y su paciencia para mover muñecos con el simple procedimiento de animación stop-motion.

Pasada la moda peplum, en 1981, Desmond Davis rodó Furia de titanes utilizando la nueva generación de efectos especiales; su emblema fue el vuelo de Pegaso. Treinta años después llegó su remake, una nueva Furia de titanes alardeaba de una nueva generación de efectos digitales y del 3D. Ciertamente los efectos eran buenos, pero se equivocó en el diseño, y el 3D era ficticio, la película fue rodada en 2D y transformada. El público gritó indignado.

Ira de Titanes viene a subsanar varios defectos de su progenitora. Los errores de diseño futurista y la vergüenza que sentían Neeson y Fiennes al hacer de olímpicos ha sido superada, el diseño es adecuado, con frecuencia bello; la fotografía -ahora en 3D- a veces impresiona, siempre realza una acción que apenas da algún momento de respiro. Las aventuras recuerdan, lógicamente, las inacabables pantallas de un videojuego, y son igual de entretenidas -o tediosas-; en cuanto a los efectos especiales, muy bien realizados, sirven a una película de acción que no tiene pretensión alguna, que sólo quiere divertir. ¿Dónde falla? En los diálogos, afortunadamente hablan poco.

Una distracción ingenua y sin complicaciones, perfecto ejemplo de cine de palomitas bien realizado.

▲ Fotografía y diseño.

▼ Las -afortunadamente pocas- explicaciones: absurdas, inútiles, complejas y pretenciosas.