La importancia de llamarse Oscar Wilde: Everett es Wilde

· BBC Films está tras la producción de La importancia de llamarse Oscar Wilde de Everett, con el crédito del propio Colin Firth, amigo del ci­neasta, como coproductor, y se nota en los valores de la casa.

Los lectores deben saber que la adaptación libre del tí­tulo al castellano hace traición al sentido metafórico del filme de Rupert Everett, cuyo rótulo original es The Happy Prince, en alusión al cuento de Oscar Wilde.

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Atento al doble sentido de ‘gay’ en inglés, Everett re­tra­ta la decadencia de los tres últimos años del escritor ir­landés, quien después de destacar felizmente entre los auto­res de su tiempo -como la estatua de la narración que cuenta a sus hijos y a los niños de los prostíbulos que frecuenta-, sufre la bancarrota, la enfer­medad, el re­chazo y la cárcel durante dos años a cau­sa de su ho­mo­sexualidad. Recluido en un hotel de Fran­cia con sus ami­gos (Edwin Thomas y Colin Firth), de­cide atravesar Europa, presa de impulsos contrapuestos: ir a ver a su mujer Constance (Emily Watson) o a su amante, Sir Alfred «Bosie» Douglas (Colin Morgan).

Rupert Everett dirige, guioniza y protagoniza este biopic dramático en un tour de force cinematográfico. De algunos actores se dice que nacieron para meterse en la piel de sus interpretados, y éste sin duda es el caso. Eve­rett es Wilde en su espíritu, teatralidad y oratoria, ade­manes y gestos.

No es casualidad ni improvisación. El director tiene ver­dadera obsesión por el escritor, poeta y dramaturgo. A lo largo de su carrera ha interpretado a Wilde en las adap­taciones al cine de Oliver Parker de Un marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto (The Importance of Being Earnest), antes de meterse en su piel en la obra teatral de David Hare, El beso de Judas, un dra­ma con el que The Happy Prince comparte parcialmente su visión de la toxicidad de la aventura entre Wilde y Bo­sie.

BBC Films está tras la producción de La importancia de llamarse Oscar Wilde, con el crédito del propio Colin Firth, amigo del ci­neasta, como coproductor, y se nota en los valores de la casa: una soberbia ambientación, con vestuario y localizaciones exteriores e interiores ajustadas a la épo­ca, y una cuidadosa puesta en escena con buenos in­térpretes. La fotografía de John Conroy abunda en to­nos otoñales iluminados por una fabulosa luz.

Creo sinceramente que la película sortea la co­rrección y los didactismos. Sin duda, el espíritu del filme es colocar a Wilde, abanderado de la causa homosexual desde ha­ce tiempo, como un hombre incomprendido y recha­za­do que al final alcanza el lugar que merece, si se atien­de a la metáfora del cuento de Wilde. Pero el to­no me­lancólico y la discontinua línea argumental de la cinta, el carácter contradictorio y el comportamiento com­plejo de Wilde -tan admirable como execrable-, le res­tan colorido. Por no hablar de la referencia poco conocida a su arrepentimiento y vuelta a la fe católica, de la que la película da cuenta con realismo.

En declaraciones a la prensa, el único nieto de Wilde, Merlin Holland, experto en la persona y la obra de su abuelo, confesó haberse sentido muy conmovido al ver la película. «Transmite el espíritu del hombre y su ge­nio». «Mientras Wilde escribió sobre la vida imitando el ar­te, Everett se ha acercado al arte que imita la vida».

En cuanto a las distintas interpretaciones de la figu­ra de su abuelo añadió: «Rupert es probablemente el me­jor. Fry era muy intelectual, lo que figuraría con el per­so­naje de Stephen. Rupert es terriblemente emocional. En Oscar, hay tanto lo intelectual como lo emocional. Pe­ro, en esta etapa de su vida, vive de lo que queda de sus emociones, y creo que ahí es donde gana Rupert«.

Una opinión fundada, a tener en cuenta.

Ficha Técnica

  • Fotografía: John Conroy
  • Montaje: Nicolas Gaster
  • Música: Gabriel Yared
  • Duración: 105 min.
  • Público adecuado: +16 años (X-)
  • Distribuidora: Alfa
  • Alemania, Italia, Reino Unido (The Happy Prince), 2018
  • Estreno: 26.4.2019
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