Cine Mudo: pioneros del séptimo arte
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Murnau, Keaton, Lang, Chaplin, Dreyer, Griffith, Gance, Eisenstein… cualquier amante del cine lee estos nombres reunidos y no solo se interesa inmediatamente, sino que vienen a su memoria con fuerza momentos, secuencias, planos inolvidables de películas que son leyenda. El Cine Mudo reúne los nombres propios de los pioneros del séptimo arte, con cintas imprescindibles como Amanecer, El moderno Sherlock Holmes, Metrópolis, El chico, La pasión de Juana de Arco, Intolerancia, Napoleón, El acorazado Potemkin… y tantas otras.
La historia del Cine Mudo tiene un desarrollo de unos cuarenta años, de 1888 (La escena del jardín de Roundhay) a 1929, aunque los especialistas puedan matizar hasta el infinito. La primera proyección comercial, auténtico punto de partida de la industria y el espectáculo cinematográfico, la realizaron los hermanos Lumière el 22 de marzo de 1895. El cantor de jazz, oficialmente la primera película sonora, en realidad primera distribuida comercialmente, se estrenó el 6 de octubre de 1927.
El mejor recuerdo que tiene el gran público del cine silente se reserva para las grandes comedias de Chaplin, Harold Lloyd, Buster Keaton y demás. El peor, considerar que fue un cine sin sonido, en blanco y negro, con imágenes de escasa calidad y unos actores que exageraban mucho sus gestos. Es cierto que aquellos grandes cómicos merecen todos los elogios, pero no fueron los únicos grandes realizadores/actores del cine silente; y el Cine Mudo no fue, a lo largo de esos cuarenta años, silencioso, ni en blanco y negro ni, mucho menos, sus imágenes carecieron de escasa calidad.


En este sentido cabe detenerse en la música. La música en el Cine Mudo desempeñó un papel fundamental, ya que no había diálogos hablados para transmitir emociones y sentimientos. Solapaba el sonido producido por los proyectores, asociaba los temas a los personajes o a situaciones argumentales (leitmotiv), representaba el estado de ánimo de los protagonistas y subrayaba quién era el héroe y quién el villano. Sonidos graves para momentos de misterio, melodías románticas para las escenas de amor y ritmos frenéticos para las secuencias de acción.
Como ha explicado cinematográficamente el crítico, actor, guionista y director Peter Bodganovich (Nueva York, 1939), el cine de los pioneros cuenta con algo especial. El propio autor no ha ocultado el cariño lleno de admiración hacia todos aquellos creadores a lo largo de su carrera. Su propia filmografía es buena prueba de ello: su primera película, El héroe anda suelto (Targets, 1968), es un homenaje al cine clásico montado en torno a Boris Karloff. Le sigue la muy nostálgica La última película (The Last Picture Show, 1971). ¿Qué me pasa, doctor? (What’s Up, Doc?, 1972) parte del planteamiento de La fiera de mi niña y hace un homenaje al slapstick mudo y sonoro.


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