Frances Ha. Nostalgia en álbum
· Para Noah Baumbach, sus películas son como álbumes que guardan recuerdos audiovisuales de cómo se sentía y de lo que quería contar en ese momento.
La fórmula “Escribe sobre lo que conoces” ha dado como resultado algunos libros que encandilaron a millones de lectores. Desde que el cine empezó a contar historias, ese recurso a las propias raíces ha encandilado frecuentemente a los espectadores y a los críticos. Noah Baumbach quizá sea uno de los exponentes actuales de este tipo arraigado.
Nacido en Brooklyn en 1969, a los 28 años ya había escrito y dirigido dos películas. Luego, vino una crisis personal que le mantuvo en silencio siete años. Tras escribir el guion de Life Aquatic (2004), de su amigo Wes Anderson, se tomó más en serio que nunca aquello de escribir sobre su experiencia personal y regresó a su Nueva York natal, la ciudad de la que estaba enamorado y concretamente al barrio donde creció, Brooklyn.
Mediante unos personajes algo estrafalarios que encauzan recuerdos personales o simetrías con experiencias de su niñez, Baumbach hizo Una historia de Brooklyn (2005), por la que aspiró al Oscar al mejor guion. Un relato inspirado en los años 80, donde dos hermanos sufren las consecuencias del divorcio de sus padres. Las profesiones de los progenitores y su separación afecta a los jóvenes, dando lugar a situaciones algo estrambóticas que exploran el alma y la personalidad de cada personaje.
Los padres de Baumbach, él novelista y crítico de cine y ella crítico de cine en la revista neoyorkina Village Voice, fueron alma pero también cuerpo de la película: el vestuario del padre que interpreta Jeff Daniels viste con ropas del propio padre de Baumbach.
En Mistress America (2015), la pequeña de las hermanas Kirke interpreta a una joven que acaba de empezar sus estudios universitarios. La chaqueta que lleva perteneció a su compañera de reparto, Greta Gerwig, cuando esta era estudiante.
Para el director, sus películas son como álbumes que guardan recuerdos audiovisuales de cómo se sentía y de lo que quería contar en ese momento. Siempre parte de un personaje, que actúa como un faro. No suele pensar en el tema principal de la película hasta que en alguna entrevista de promoción un periodista le pregunta sobre ello.
De un personaje nació Greenberg (2010), película con la que se consagraría como un director con personalidad y magnetismo. Allí conoce a Greta Gerwig, quien se convertiría en novia y compañera artística.
Para su siguiente proyecto, él quería una historia en Nueva York en blanco y negro. Ella aceptó con entusiasmo la idea. Se pusieron a escribir partiendo, como iba siendo habitual, de un personaje, interpretado por la misma Gerwig: Frances Ha (2012) fue tomando forma. Un retrato de la juventud chispeante de una irresistible joven de 27 años que, habiendo terminado la universidad hace unos años, intenta vivir en Nueva York, pagando como puede el alquiler e intentando cumplir su sueño de ser bailarina. Su amiga de la universidad, Sophie, con la que compartía piso y vida, va poco a poco alejándose de ella, dejando atrás esos juegos infantiles en los que ambas participaban y que Frances se niega a dejar. No por falta de madurez, sino por miedo a que todo lo que le rodea se le escape. Quiere que todo se quede como hasta ahora. Quiere llegar a ser alguien saltándose los pasos para llegar a ello. A través de sus ojos, sus vivencias y los personajes con los que se va relacionando, el espectador se deja llevar por la historia.
Baumbach bebe de películas como Jules y Jim (François Truffaut, 1962) y Manhattan (Woody Allen, 1979). Mientras cursaba sus estudios universitarios, Baumbach vio la película de Truffaut y quedó prendado de los planos de los protagonistas corriendo por el puente mientras reían y disfrutaban de la juventud. El blanco y negro, el vestuario despreocupado, las calles, la naturalidad de los actores e incluso la música fueron fuente de inspiración para la realización del filme.
Las melodías que acompañan a Frances por las calles de Brooklyn las compuso Georges Delerue para Jules y Jim o Jean Constantin para Los cuatrocientos golpes (1959), con los ecos de realismo mágico de la Nouvelle Vague. Por su parte, Gerwig selecciona piezas de la época dorada del hip hop de los 90. Es significativa la secuencia en la que, a ritmo de Modern Love de David Bowie, Frances bailarina recorre las calles de Chinatown homenajeando la escena de Mala Sangre (Leos Carax, 1986) en la que Denis Lavant corría y bailaba, también con los acordes de Bowie.
Manhattan, segunda fuente de inspiración de Baumbach, es una suerte de viaje en busca del sentido de la propia vida al ritmo de la música de Gershwin.
Mientras el director buscaba cómo componer su película con todas estas referencias y estilos, Greta Gerwig ideó un cuidado vestuario que partía, como no podía ser de otro modo, del personaje. Un estudio de su personalidad, de la situación en la que se encontraba la protagonista y de su forma de vida fueron claves para meter ropa en el armario de Frances.
La primera prenda en la que trabajó fue la gran cazadora negra de cuero que Frances lleva toda la película. “No es muy elegante. Le queda grande. Parece como si alguien se la hubiera dado una vez porque no la iba a usar más”. Esto fue lo que Gerwig pensó, una prenda que estuviera un poco fuera de lugar, como ella misma. La imagen de una chica en mitad de las calles de Nueva York con una cazadora tipo bomber fue el punto de partida de la actriz y guionista a la hora de elegir el resto del vestuario. Buscaron por tiendas de Brooklyn y miraron entre diez y quince chaquetas antes de dar con la adecuada.
Resulta imposible pasar por casa para cambiarse de ropa en Nueva York: la protagonista lleva los leggins de los ensayos debajo de vestidos florales, jerseys atados a la cintura y una mochila donde va guardando todo a lo largo del día. Se eligieron vestidos florales de segunda mano, concretamente de la década de los 90, de tiendas neoyorkinas como TJ Maxx. Estos trajes le daban al personaje un toque femenino que contrastaba con ese aspecto andrógino que tenía Frances, en parte, por la gran cazadora negra.
Gerwig quería un personaje real y cercano. La idea de que nadie tiene un conjunto para cada día del año presidió la estrategia del vestuario: Frances utiliza en varias escenas las mismas camisetas, zapatillas Converse, los leggins, faldas y camisas. A medida que va evolucionando el personaje, vemos una pequeña transformación. En las escenas finales aparece ataviada con una camisa blanca y una falda tubo, con un estilo más apropiado para la nueva realidad que vive. En la última escena vuelve al sencillo atuendo que la define como mujer.
La cercanía que desprende la película (grabada con una manejable Canon 5D) hace que no nos sorprendamos de que los padres de Frances sean los padres de Greta Gerwig quien, por supuesto, es de Sacramento, al igual que la protagonista de la película. La universidad a la que vuelve Frances durante el verano es el Alma Mater de Baumbach, Vassar College.
Frances Ha es un cuento nostálgico escrito, planificado y vestido con el cuidadoso desenfado que caracteriza el estilo Baumbach.
Suscríbete a la revista FilaSiete