Dos completos desconocidos

Dos completos desconocidos: Hitchcock nunca ganó un Oscar

· No hay campo para la metáfora, la sugerencia, o para recurrir a la inteligencia del respetable, todo está demasiado masticado y digerido en Dos completos desconocidos.

Lo reconozco, me gustan los perdedores. Supongo que es porque me he criado viendo películas de maestros como John Huston. Y en los Oscar a lo largo de los años ha habido muchos losers. Ni Kubrick, ni Orson Welles, ni Chaplin, ni Howard Hawks, ni Alfred Hitchcock tienen el Oscar al mejor director. Es por ello que no confío mucho en ningún premio cinematográfico.

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Dos completos desconocidos ha ganado este año el Oscar al mejor cortometraje de ficción. Dirigido al alimón por Travon Free y Martin Desmond Roe, narra las vicisitudes de Carter James, un joven dibujante de raza negra que pasa la noche en el apartamento de una chica y cuando a la mañana siguiente sale a la calle se encuentra con un violento policía blanco y racista. La película toma la decisión de retorcerse sobre sí misma y convertirse en una versión social del «Día de la Marmota». El protagonista vive en un bucle temporal que le obliga a encontrase cada amanecer con el indeseable agente. Si bien el primer encuentro entre el chico y el policía produce desasosiego e irritación, el repetirlo hasta la saciedad consigue el efecto contrario, el de banalizarlo. Algunos críticos han hablado del corto como si fuera una genialidad; y claro, lo sería si no se hubiera hecho antes Atrapado en el tiempo, o su versión slasher, Feliz día de tu muerte. Existiendo estas ya no hay sorpresa sino simple copia.

El rapero Joey Bada$$ (sí, con el símbolo del dólar) cumple con su papel de joven dibujante de aspecto aseado y buenas maneras, y Andrew Howard pone su físico de boxeador del peso medio para encarnar al malvado policía en cuestión. Pero todo resulta previsible y el mensaje excesivamente obvio, más propio de un ejercicio de clase. Y si aún no te lo han dejado suficientemente claro, lo harán los planos aéreos del vehículo policial recorriendo las calles de Nueva York mientras en las azoteas se puede leer el nombre del difunto George Floyd. En los títulos de crédito además se añaden los nombres de otras muchas víctimas del abuso policial.

No hay campo para la metáfora, la sugerencia, o para recurrir a la inteligencia del respetable, todo está demasiado masticado y digerido. Cuando Billy Wilder ensalzaba el cine de su maestro Ernst Lubitsch y su famoso toque, decía de él que mostraba en pantalla dos más dos pero nunca resolvía la cuenta, eso dejaba que lo hiciera el público. Aquí la solución a la suma se telegrafía desde la primera aparición del policía.

Los demás nominados eran Feeling Throught, basada en una experiencia de su director, Doug Roland, sobre otro encuentro en las calles de Nueva York, esta vez entre un adolescente también negro y un hombre sordociego. En The Letter Room, de Elvira Lind, Oscar Isaac interpreta al guardia de una prisión encargado de inspeccionar las cartas que reciben los presos. Y luego hay que añadir dos cortometrajes sobre otro tema clásico en las nominaciones, el conflicto israelí-palestino. La palestina The Present, de Farah Nabulsi,  sobre un padre y su hija que tratan de comprar un regalo de aniversario de bodas en la actual Cisjordania. Y por último la israelí White Eye, de Tomer Shushan, que muestra el mismo conflicto a través del robo de una bicicleta.

El tiempo suele poner las cosas en su sitio y darle su verdadero valor a cada película. Sir Alfred Hitchcock presentó Vértigo en el Festival de San Sebastián en el año 1958. Tampoco ganó en esta ocasión. La Concha de Oro se la llevó Eva quiere dormir, del director polaco Tadeusz Chmielewski, película que no sé si ustedes la recuerdan muy a menudo, yo desde luego no.