El balcón de las mujeres

El balcón de las mujeres: Enfrentados por el rabino

· El balcón de las mujeres | Emil Ben-Shimon debuta en la gran pantalla con esta deliciosa dramedia que, sin dejar nunca un tono amable y ligero, aborda temas interesantes.

Lo primero que sorprende de El balcón de las mujeres es su explosivo y entusiasta arranque. Un grupo de hombres y mujeres que caminan rodeados de música, risas y gritos. Se disponen a participar en una ceremonia religiosa en una sinagoga en Jerusalén. En medio de la ceremonia, la zona donde rezan las mujeres se derrumba… y empiezan los líos.

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Emil Ben-Shimon debuta en la gran pantalla (había dirigido antes algunos productos para televisión) con una deliciosa dramedia que, sin dejar nunca un tono amable y ligero, aborda temas interesantes.

Mientras la comunidad lucha con la depresión del rabino, que después del accidente no está dispuesto a mover un dedo para reconstruir nada, hombres y mujeres empiezan a dividirse por culpa de otro rabino, este joven y ultraortodoxo. Los diálogos son inteligentes y las discusiones sobre las medidas que quiere imponer el rabino y que se refieren especialmente al comportamiento y vestimenta de las mujeres están repletas de jugosas réplicas. En el fondo de la película hay uno de esos temas clásicos de todo debate religioso (y especialmente de la religión judía): la relación entre la fe y la ley. En este caso, la perspectiva de género añade interés al debate.

Y, sin embargo, que nadie espere sesudas interpretaciones o alambicados dilemas de conciencia. Al final, como pasa en las mejores familias y especialmente cuando la base de un debate obedece a un tema formal, la sangre no llega al río y las peleas se arreglan con un buen vino… que, por cierto, siempre ha tenido un gran protagonismo en cualquier religión que se precie.