El hombre de al lado

El hombre de al lado: De puertas y ventanas

El hombre de al lado: Dos videoartistas construyen una buena historia en la que una casa es la protagonista.

Estrenada en Argentina el 2 de septiembre de 2010, esta película ganó el premio a me­jor fo­tografía en Sundance 2010. Los direc­tores son videoartistas con mucha experien­cia y pres­tigio. Antes de este largometra­je ya traba­jaron juntos en otros dos y en al­gún do­cumental.

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El hombre de al lado cuenta la historia de una disputa vecinal. Por un lado tenemos a Leo­nardo, un rico diseñador de mobiliario que habita en la casa Curutchet, la única di­se­ñada por Le Corbusier que existe en Amé­ri­ca del Sur, ubicada en un barrio residen­cial de la ciudad de La Plata. El otro con­tendiente es Víctor, vendedor de coches usa­dos que abre una ventana en su modesta casa con vis­tas a la mansión de Leo­nar­do, quien no es­tá dispuesto a tolerar semejan­te atropello que atenta contra la intimi­dad de su familia y contra la estética y con­tra las normas urba­nísticas y contra la paz familiar… porque su esposa está que tri­na con el tema.

Más allá de la verborreica glosa socio-existen­cial que genera este tipo de propues­tas, es­tamos ante una buena película ca­paz de man­tener un punto de equilibrio dra­mático que permite al espectador percibir el retrato de dos tipos insufribles, dos tra­paceros sin es­crúpulos, de esos que te gus­ta tener cerca en la pantalla pero a dos mil kilómetros en la vi­da real.

El asunto es universal y tiene suficientes ma­tices como para permitir un visionado in­te­ligente en el que casi nadie se libra de un exa­men divertido, tampoco Le Cor­bu­sier, ese ti­po genial encantado de haberse co­nocido, al que traían al pairo los problemas de uso de los artefactos que construía por cuenta ajena. Arquitectura para arquitec­tos, al usuario que le pongan un bozal y que no moleste por unas goteras o porque el sol te achicharra o por­que hace un frío que pela… Evidente­men­te, la casa del Dr. Cu­rutchet es en la actualidad… la sede del Co­legio de Arquitectos.