El tren de las 3:10

El tren de las 3:10 | Solo ante el bandido

En 2007, Christian Bale debía trasladar al forajido Russell Crowe hasta un pequeño pueblo donde debían coger el tren de las 3:10 para llegar a la prisión de Yuma. Esta cinta de James Mangold, que obtuvo muy buenas críticas y se llevó dos nominaciones al Oscar (mejor banda sonora y mejor sonido), no era más que un remake de la película que ahora abordamos, y que con tanta maestría dirigió Delmer Daves (La senda tenebrosa, El árbol del ahorcado) y protagonizaron unos sobresalientes Glenn Ford y Van Heflin.

Como indica Pablo Úrbez en el monográfico nº 4 de la revista FilaSiete (Western), «desde un prisma tremendamente humano, Daves desarrolla muy hábilmente los caracteres de ambos personajes protagonistas, quienes evolucionan a través de sus conversaciones y sus decisiones. La forja del héroe transcurre entre tentaciones y la presión por abandonar una misión suicida, en un continuo tira y afloja entre el sentido de supervivencia y el sentido del deber. A su vez, Glenn Ford da lugar a un magnífico antagonista que expresa más a través de sus silencios y miradas que de viva voz (nótese la cena en casa de Dan Evans)».

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El tren de las 3:10 está basada en un relato de Elmore Leonard (Nueva Orleans, 1925), quien debutó en 1953 con la novela The Bounty Hunters, y que acumuló hasta treinta relatos sobre Western entre 1951 y 1956. Muchas de estas historias, como “El rastro de los apaches”, ““La mujer del coronel” o “Botas de caballería”, se desarrollan en Arizona entre 1870 y 1890, y tienen como protagonistas a los apaches y a la caballería americana. Pero en los relatos de Leonard también hay soldados y bandidos, problemas de rancheros,
sheriffs, cazadores de búfalos, chicas, mineros o vagabundos.

En El tren de las 3:10 encontramos diálogos con mucho ingenio, y se mezclan perfectamente los momentos de acción con el fuero interno de los personajes. A esto se añade una música medida, con momentos melódicos y otros que colaboran en la tensión creciente que conduce al clímax final.