El regalo de Silvia

El regalo de Silvia: Una agradable sorpresa

«Ante el relativismo y la desesperación, ante el esperar a que comiencen los bombardeos, a que la sangre (que ahora brota a chorros en Corea, en Alemania, en Rusia) fluya y gotee delante de tus propios ojos, te preguntas con un repentino miedo enfermizo cómo agarrarte a la tierra, a las simientes de la hierba y de la vida». Este testimonio, de la poetisa norteamericana Silvia Plath, ha inspirado a un director novel para abordar un relato que ahonda en el sentido de la vida, en la trascendencia de los cambios y de las pérdidas.

El madrileño Pérez Galindo, creador del argumento original de Lágrimas negras del desaparecido Ricardo Franco, explora en su opera prima la vida cotidiana de tres personas cuyo único nexo es que todos ellos han sido receptores de órganos de una joven pianista. El director ha filmado en HD (el sistema digital de alta definición utilizado por Médem en Lucía y el sexo) para que la cámara quedara a merced de los protagonistas. De este modo, accedemos al día a día de los personajes y la historia, ambientada en La Coruña, fluye sin intervenciones, sin grandes movimientos ni travellings sobrecogedores, con una expresividad y una poesía sorprendentes. Se busca la belleza de lo ordinario, de lo que mana poco a poco: la mirada ante el espejo, el descubrimiento de los colores, los juegos infantiles, los primeros amoríos…

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El regalo de Silvia consigue paso a paso cautivar al espectador y le obsequia, por añadidura, con unas interpretaciones prodigiosas, entre las que destacan visiblemente las de sus cuatro protagonistas: Luis Tosar (Los lunes al sol), Víctor Clavijo (El alquimista impaciente), Adriana Domínguez (Noviembre, último filme de Achero Mañas), y una impresionante y contenida Bárbara Goenaga (Mi dulce). Con los acordes de violín y piano compuesto por Jorge Aliaga (que se convierten en un personajes más) y un guión (que pierde el rumbo en algún momento) impregnado de nihilismo y tristeza, pero con un resquicio para la esperanza, El regalo de Silvia supone una grata sorpresa para el cine español de este año, que ya iba necesitando una bocanada de aire puro.